El Perú no calibra todavía lo que ha perdido con la muerte del apu
Santiago Manuin, el líder awajún formalmente liquidado por el
coronavirus, pero realmente asesinado por el olvido, el desinterés, el
desprecio, de quienes en el poder piensan que los awajún, los shipibos,
los asháninkas...los pueblos indígenas todos, amazónicos o andinos, no
merecen la ciudadanía peruana. O son seres de otro planeta, o son
"ciudadanos" de tercera o cuarta.
Manuin, el hombre de los bosques
amazónicos era un líder nato del Perú realmente existente, del Perú que
anda descalzo, en ojotas, o que gasta zapatos tras zapatos, sin poder
alcanzar el bienestar y la felicidad que todos nos merecemos. Del Perú
al que le dicen ¡lávate las manos! ¡quédate en tu casa! ¡come bien!
cuando no tienen agua, ni casa, ni un puto cobre para parar una olla
digna.
El Perú no tiene
LÍDERES, con mayúsculas. Lo que tiene, aquí, allá y acullá, son jefes de
bandas, capitostes, bandoleros al por mayor, dispuestos a cargarse
hasta las joyas de los abuelitas. La pandemia los ha vuelto a sacar a
luz. La vida, la muerte, todo es negocio para ellos; las leyes los
favorecen, las autoridades los miman, sus operadores judiciales les
sacan las castañas del fuego, sus medios los justifican, los endiosan.
¡Qué viva el lucro! ¡Qué viva la angurria! ¡Qué viva el mercado! dicen.
Son las reglas del capitalismo salvaje, de la "ética" de los ladrones y
criminales que pueblan las cárceles peruanas.
En medio de esa inmundicia y de esa pus, desde las entrañas del Perú profundo surgen LÍDERES, hombres de vanguardia, como Santiago Manuin, que en medio de las luchas, de la resistencia de las multitudes a la agresión del poder establecido, se ponen al hombro el país y sus pueblos. Y lo hacen soportando todo tipo de presiones y tentaciones, dispuestos como están incluso a dar la vida.
En el Baguazo Manuin fue cosido a balazos, recluido en la cárcel, sometido a todo tipo de ajustones y satanizado por los medios que movían los depredadores de la Amazonía; pero nunca abdicó, nunca sacrificó a su gente, siempre lo encontraron de pie, con la frente en alto.
Manuin, hay que decirlo con todas sus letras, fue una hechura de los bosques amazónicos, de las tradiciones, usos costumbres, y sabiduría de su pueblo, los awajún. Él mismo era considerado un sabio, un apu, un maestro. Bebió de las enseñanzas occidentales, pero supo aclimatarlas a su realidad, a la historia de la Amazonía, a la cultura y cosmovisión de sus hermanos. Miraba lejos, hacia el Perú, hacia el mundo, pero siempre desde su atalaya amazónica, sin dejar de pisar el territorio awajún. Eso vale.
Apu Santiago Manuin, descanse en paz.
En medio de esa inmundicia y de esa pus, desde las entrañas del Perú profundo surgen LÍDERES, hombres de vanguardia, como Santiago Manuin, que en medio de las luchas, de la resistencia de las multitudes a la agresión del poder establecido, se ponen al hombro el país y sus pueblos. Y lo hacen soportando todo tipo de presiones y tentaciones, dispuestos como están incluso a dar la vida.
En el Baguazo Manuin fue cosido a balazos, recluido en la cárcel, sometido a todo tipo de ajustones y satanizado por los medios que movían los depredadores de la Amazonía; pero nunca abdicó, nunca sacrificó a su gente, siempre lo encontraron de pie, con la frente en alto.
Manuin, hay que decirlo con todas sus letras, fue una hechura de los bosques amazónicos, de las tradiciones, usos costumbres, y sabiduría de su pueblo, los awajún. Él mismo era considerado un sabio, un apu, un maestro. Bebió de las enseñanzas occidentales, pero supo aclimatarlas a su realidad, a la historia de la Amazonía, a la cultura y cosmovisión de sus hermanos. Miraba lejos, hacia el Perú, hacia el mundo, pero siempre desde su atalaya amazónica, sin dejar de pisar el territorio awajún. Eso vale.
Apu Santiago Manuin, descanse en paz.
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