Nadine Heredia, primera dama de la Nación, es una encantadora mujer. A su carisma y rutilante juventud hay que adicionarle su ejemplar comportamiento como esposa y madre, en un país donde la institución familiar, dada su crisis, es solamente nombre y letra. Pero hay algo más: doña Nadine, sin querer queriendo se está convirtiendo, para desesperación de la derecha jurásica, en una gran protagonista política y su poder, según acuciosos analistas, no nace únicamente, como algunos suponen, de su condición de pareja del presidente Ollanta, al haber demostrado a lo largo de estos primeros 100 días de gobierno, sus propias capacidades analíticas y de gestión ¿Y por qué se desespera la derecha jurásica? Porque dadas las condiciones señaladas, está viendo en ella una candidata potencial para las presidenciales del año 2016...
Si alguien duda de mis palabras, tómese la molestia de revisar los últimos acontecimientos políticos, particularmente los acaecidos luego del destape del affaire Chehade, y coincidirá conmigo en afirmar que la palabra de la señora Nadine ha sido determinante para el desplome de la que hasta ese momento era una exitosa carrera política del 2do vicepresidente de la República.
La singularidad de doña Nadine es que como toda joven prefiere las redes sociales de Internet para decir lo que quiere decir, aunque con la brevedad que caracterizan el empleo de esos servicios de comunicación; pero no por breves sus palabras han sido menos fulminantes. ¿Tan difícil es caminar derecho? escribió la señora cuando en las filas del nacionalismo deshojaban margaritas a pesar de los olores fétidos que provenían de la reunión entre Chehade y altos mandos de la policía. Ante las sospechas, cada día más evidentes, de un descarado tráfico de influencias, nadie se atrevía a ponerle el cascabel al gato: doña Nadine lo hizo y se armó la pampa.
Como es de suponer, no ha habido comentarista que no haya hecho del mensaje de doña Nadine tema de sus reflexiones. El historiador Antonio Zapata ha llegado a relacionar la frase con otra expresión breve: Y no hay remedio, suscrita en el siglo XVII por el cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala; aunque aclara Zapata que en el caso de la primera dama su expresión de enojo entraña expectativas de cambio, a diferencia de lo que ocurría con Guamán, desengañado ya del régimen colonial. (La República, 26-10-11).
Si alguien duda de mis palabras, tómese la molestia de revisar los últimos acontecimientos políticos, particularmente los acaecidos luego del destape del affaire Chehade, y coincidirá conmigo en afirmar que la palabra de la señora Nadine ha sido determinante para el desplome de la que hasta ese momento era una exitosa carrera política del 2do vicepresidente de la República.
La singularidad de doña Nadine es que como toda joven prefiere las redes sociales de Internet para decir lo que quiere decir, aunque con la brevedad que caracterizan el empleo de esos servicios de comunicación; pero no por breves sus palabras han sido menos fulminantes. ¿Tan difícil es caminar derecho? escribió la señora cuando en las filas del nacionalismo deshojaban margaritas a pesar de los olores fétidos que provenían de la reunión entre Chehade y altos mandos de la policía. Ante las sospechas, cada día más evidentes, de un descarado tráfico de influencias, nadie se atrevía a ponerle el cascabel al gato: doña Nadine lo hizo y se armó la pampa.
Como es de suponer, no ha habido comentarista que no haya hecho del mensaje de doña Nadine tema de sus reflexiones. El historiador Antonio Zapata ha llegado a relacionar la frase con otra expresión breve: Y no hay remedio, suscrita en el siglo XVII por el cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala; aunque aclara Zapata que en el caso de la primera dama su expresión de enojo entraña expectativas de cambio, a diferencia de lo que ocurría con Guamán, desengañado ya del régimen colonial. (La República, 26-10-11).
A mi entender, la frase de doña Nadine, con todas las potencialidades que encierra para la coyuntura, debería además servir para darle vueltas al tema de la corrupción y de la pelea, que no es de ahora, por terminar con ella. Aceptémoslo: hace más de 10 años que desde el Perú oficial se desarrollan acciones contra ese flagelo, y mientras las discusiones en torno a ella se siguen multiplicando, los resultados, salvo los archiconocidos encierros de los cacos Fujimori, Montesinos y su pandilla, no nos permiten ni cantar victoria ni contabilizar éxitos además de los señalados. La pus sigue brotando a borbotones como si camináramos a un desenlace como el que motivó la frase desesperada de Huamán Poma: Y no hay remedio...
Y no habrá remedio si es que no entendemos que la guerra contra la corrupción no se ganará únicamente con medidas administrativas, policiales o judiciales, sin negar la importancia que ellas puedan tener, como la tendrá - si se aprueba en el congreso- el proyecto de ley que declararía imprescriptibles los delitos de corrupción. El tema va más allá, llega hasta el reconocimiento de que es en el propio sistema, en el orden capitalista vigente y en su modelo prevaleciente de desarrollo: el neoliberalismo, donde vamos a encontrar las raíces ideológicas de la corrupción, que se soslayan a la hora que se encara el análisis de tan terrible problema.
El viejo Marx, cuyos textos sobre el origen y desarrollo del capitalismo en el mundo occidental han pasado de ser alimento de polillas a libros ineludibles de consulta para entender la crisis actual del capitalismo , reveló hasta el hartazgo la naturaleza inescrupulosa de tal régimen, que llegó al mundo "...chorreando sangre y lodo por todos los poros". Los crímenes, la explotación brutal y descarada, los robos, estafas y latrocinios de todo tipo, propios de una moral de filibusteros, caracterizaron la transición al nuevo orden, donde el dinero terminaría convirtiéndose en "la potencia de todas las potencias".
No debe entonces llamar la atención que en el impulso del neoliberalismo en el Perú por el fujimontesinismo, todas las pústulas del capitalismo se hayan desbordado. Su misma implementación en 1990 fue el resultado de una estafa electoral que muchos interesadamente olvidan; como fraudulento fue el conjunto de su accionar, aunque no pocos separen su perfomance política, a la que condenan, de su accionar económico, al que le revientan cuetes, cuando realmente uno y otro quehacer respondieron al mismo raciocinio envilecido por el afán de lucro, el gran blanco de estos días de las multitudes que en diferentes puntos del planeta comienzan a decirle ¡basta! al neoliberalismo y a soñar con alternativas diferentes.
Estas razones, más que suficientes, llevaron a Marx y Engels a sostener que la burguesía en el poder había desgarrado sin piedad todas la idílica ideología medieval para imponer el sacrosanto cálculo egoísta, donde la dignidad personal terminaba convertida en un simple valor de cambio, arrastrando por los suelos - al convertir en vulgares asalariados- a otroras respetables profesiones: médicos, sacerdotes, abogados, poetas, hombres de ciencias. (Manifiesto del Partido Comunista).
En el Perú, los orígenes y la afirmación del capitalismo en el siglo XIX no goza, moralmente, de mayores créditos, el olor a guano penetra ese proceso de extremo a extremo dadas las formas nada santas como el capital echaría raíces en las actividades de punta de esos años, incluyendo la construcción de ferrocarriles y el endeudamiento externo. ¿Qué fueron por lo general nuestros partidos en los últimos años? se preguntaba Gonzáles Prada en 1898. Él mismo se respondía: Sindicato de ambiciones malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles, catalogando además, a los caudillos de entonces, como hombres astutos que habían hecho de la política una faena lucrativa, o de meros agentes de las grandes sociedades financieras.(Los partidos y la Unión Nacional).
Décadas atrás, en pleno jolgorio guanero, en 1860 para ser exactos, Manuel Pardo, quien en 1872 llegó a ser el primer presidente civil del Perú, sostuvo que en el análisis del empleo del guano desde el inicio de su utilización, el honor del Perú tenía muy poco que reportar. (Estudios sobre la provincia de Jauja). Más claro ni el agua. Y así ha sido siempre.
No hay necesidad de ser un seguidor de Marx para revelar el trasfondo ideológico de ese modelo. En 1996 los Provinciales de la Compañía de Jesús en América Latina, reunidos en México, suscribieron una carta condenatoria del neoliberalismo, negándose a aceptar, por sus costos sociales, que seesa la única carta de desarrollo existente en el mundo. Uno de los párrafos de esa declaración dice:
"La lógica del sistema económico neoliberal esconde toda una concepción del ser humano que reduce la grandeza del hombre y de la mujer a la capacidad de generar ingresos monetarios; exacerba el egoísmo y el ansia de ganar y poseer...y, en muchos casos, desata la codicia, la corrupción y la violencia".
Desde esta perpectiva, bajo el imperio todopoderoso del mercado, los costos sociales y morales del modelo incluyendo la corrupción, fluyen en nuestras sociedades como si fuesen fenómenos absolutamente naturales: la riqueza acumulada en pocas manos, la miseria de las mayorías, el hambre y la desnutrición, la destrucción del medio ambiente, la coima, el robo, el fraude, las presiones para obtener ganancias y privilegios ilegales, los partidos políticos convertidos en agencias financieras y de empleos, la violencia abierta o velada, e, narcotráfico y el blanqueo de dinero...todo tiene un justificativo, que se ha hecho sentido común en el Perú: ¡Qué robe carajo, pero que haga algo!
Se podrá decir que todas esas manifestaciones de degradación y corrupción se encuentran a lo largo de la historia del capitalismo en el Perú, es cierto, pero también es verdad que con el neoliberalismo, de un lado, esas prácticas alcanzaron y alcanzan un nivel insospechado; y de otro lado, desde la aplicación del modelo, el fujimontesinismo fue creando, perfilando, e institucionalizando exitosos mecanismos en el arte del saqueo del erario nacional y de las mordidas en las relaciones con el capital privado, aceptadas e incentivadas por el empresariado lumpen de dentro y fuera del país por las ventajas a obtener en los negociados de todo tipo.
Por ejemplo,tener en una mano el control de todos los poderes del Estado, las Fuerzas Armadas y Policiales, los organismos de control constitucionalmente establecidos, los medios de comunicación social y hasta la propia Iglesia, como lo hizo el fujimontesinismo tenía que rendir réditos formidables. Los gatos estaban en el despensero, actuando a sus anchas en un medio ideológicamente aplanado para tales fines, donde se fueron sacralizando determinadas ideas y satanizándose otras, dando vida en los hechos a toda una cultura de la corrupción que se ha ido extendiendo desde la dictadura de los 90, pero que se mantiene intacta al amparo de la primavera democrática del presente siglo y de una globalización corruptora, como lo acaba de denunciar Transparencia Internacional.
Es así como la lógica de la ganancia, del lucro y la avaricia, de la deshonestidad,y el egoísmo, han echado raíces en todos los sectores sociales, en detrimento de valores como la honestidad, la solidaridad, la ayuda mutua, el bien social, la vocación de servicio, etcétera, que habían alcanzado una gran irradiación en el Perú de los 80, pero que ante el tsunami ideológico de los 90 fueron lentamente diluyéndose. Los principios en que se sustentan la probidad y los hombres probos, a pesar de todo siguen existiendo en diferentes instancias del quehacer social pero convertidos en algo así como productos exóticos, aunque realmente, en la hora actual, sean nuestras reservas morales, las bases éticas y sociales de apoyo para toda política de lucha contra la corrupción, sean cuales sean las formas que estas adquiera.
En conclusión, no es fácil ni de corto aliento la lucha contra la corrupción y el malandrinaje. Como lo señalé líneas arriba, todas las medidas que desde el plano gubernamental se orienten realmente a cerrarle el paso, deben ser bienvenidas; pero no caigamos en el facilismo que ellas son suficientes. A la decadencia moral hay que oponerle una cruzada totalizadora por la regeneración moral del país, que permita poner al sol todas las úlceras que lo laceran, pero que posibilite, además, descubrir los velos que ocultan sus verdaderas fuentes ideológicas y sociales, que como hemos dicho tienen que ver con el entramado en el que se sustenta el capitalismo y su forma de existencia actual: el neoliberalismo.
Para quienes soñamos con un mundo diferente, con una racionalidad en la que el hombre, su presente y su futuro constituyan el centro de atención, la lucha contra la corrupción en todos los frentes resulta insoslayable. Más concretamente: no habrá desarrollo posible, en el verdadero y exacto sentido de la palabra, si se sigue cargando el peso oprobioso de ese mal de males.
En ese sentido son plausibles los tuits de doña Nadine, a pesar de su brevedad, porque constituyen una invitación a la reflexión y el debate, tan indispensables para el fortalecimiento democrático de nuestros pueblos.
Lima, 02 de noviembre de 2011
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