I
La ultraderecha peruana ha vuelto a la carga.Recientes declaraciones de la señora Beatriz Merino,críticas destempladas en los medios afines, y un comunicado publicado hoy en Perú21 y en las redes sociales, suscrito por empresarios, ideólogos y el conocido peonaje político de dicho sector, evidencian que estos rancios personajes de la política criolla, como reza una conocida canción, "no estaban muertos".
Estuvieron silenciosos en las primeras semanas de la lucha contra la pandemia. Pero los gruesos errores en la aplicación de la estrategia diseñada por el gobierno, y la emergencia de no pocas críticas al modelo económico establecido por la derecha peruana en las últimas décadas -en cuyo contexto se explica el abandono miserable de nuestro sistema de salud pública, como de la educación peruana- han obligado a la caverna a saltar al entablillado.
Esa derecha sabe perfectamente que el presidente Vizcarra y su equipo gubernamental no pateará el tablero establecido. Algunos amagues en el manejo de las finanzas para paliar los terribles efectos del Covid-19, no los ha dejado fuera de juego, por el contrario, el gran capital sigue haciendo negocio. La tecnocracia neoliberal, que controla el Estado, sabe hasta donde puede llegar. El pretendido impuesto a los ricos, planteado por el propio presidente Vizcarra, pero desechado por la ministra de economía, "por no ser importante", da luces sobre lo que estamos diciendo.
II
Sin embargo, los miles de infectados por la peste, y de fallecidos, en medio de paupérrimas condiciones sanitarias y de salubridad pública, -cuadro que puede agravarse más en las próximas semanas, por las flexibilidades decretadas-han encendido las luces rojas de las críticas en diferentes sectores, dentro y fuera del país; exigiendo al mismo tiempo una acción más decidida del Estado en defensa de la vida y la salud de los millones de peruanos amenazados por la peste.
Los misiles de la crítica, en el terreno concreto del accionar contra la pandemia, se han enfilado contra las clínicas que están haciendo su agosto en medio de la crisis por los precios prohibitivos para las economías populares, peor todavía en una situación de emergencia como la que vivimos, donde el desempleo y el hambre han tomado por asalto los hogares de millones de desposeídos. Críticas que se han extendido contra los monopolios reinantes en el mercado farmacéutico, que cual vulgares cogoteros, al igual que las clínicas, están provechando al máximo la laxitud del mercado, cuyas coordenadas se rigen por la Constitución del 93.
Para el capitalismo salvaje reinante, el Estado no es sino un garante, un viabilizador, un guardián de sus fechorías. El ejecutivo no ha dado un paso en concreto por hacer suyas los reclamos de control estatal a la voracidad empresarial, al contrario, los ministros no saben como defender lo indefendible. No obstante, los firmantes de la carta de esta mañana, afirman estar percibiendo "un alejamiento de las líneas maestras del desarrollo social y del crecimiento económico que nuestro país ha venido experimentado". "Líneas maestras", precisemos, diseñadas por la constitución de marras, que la burguesía peruana, como ha quedado en claro en los últimos años, está dispuesta a defender a sangre y fuego.
III
Para desgracia de la caverna, No hay observador honesto, de dentro o fuera del país, que no reaccione espantado ante la realidad económica, social y cultural que el capital neoliberal ha forjado en los últimos años, y que está en la base del naufragio de la estrategia sanitaria del gobierno. Esos críticos hablan de pobreza, desigualdad, carencias de todo tipo, abandono u olvido de los sectores más necesitados del país, centralismo asfixiante, corrupción galopante...Mientras que la riqueza insultante ha crecido y crecido. Un ejemplo: en plena crisis sanitaria, cuando la pandemia dejaba en la calle a miles de miles de hombres y mujeres y el luto se extendía,un empresario peruano, -que considera que proyectado impuesto a la riqueza es político, porque el gobierno "tiene mucha plata"- compró en Miami varios departamentos en áreas privilegiadas, merced a un jugoso desembolso de millones de dólares. Esa es la burguesía peruana, la que no se cansa de repetir que "todos estamos en el mismo barco", cuando la realidad, siempre tozuda, la desmiente.
Desde esa realidad cruda y lacerante, se alzan hoy voces de cambio. Al igual que en el mundo entero, en el Perú no hay crítico veraz, o ciudadanos comunes y silvestres, que estimen que la pospandemia no puede llevarnos al mismo punto de partida anterior. Hay matices sin dudas, pero todos son hombres y mujeres de buena fe. En el pronunciamiento aludido, los firmantes, revelan su pánico ante la posibilidad que los cambios exigidos se hagan realidad, o ganen la conciencia de las mayorías nacionales. Como siempre lo han hecho, levantan espantajos.En ese sentido indican que "no se puede retroceder a esquemas" que "sólo nos han traído pobreza y atraso"; o llaman a dejar de lado "tentaciones populistas", que tanto daño han causado "a lo largo de nuestra historia".
IV
Esa derecha es atrevida y audaz. Apelan a la historia cuando ésta la condena. En los últimos 30 años, ella ha moldeado el país. Los resultados de esa gestión están a la vista, la pandemia ha desnudado su trabajo, su corrupción, sus tejes y manejes siniestros y antipopulares, su hipocresía, su falta de empatía con los sectores populares, a los que con mil promesas les arrancaban el voto, para después sembrarlos en los campos minados de la explotación y la pobreza inmisericordes.
¿Dijeron Fujimori? ¿Alguien gritó Toledo? Disculpen, ¿mencionaron a García? ¿Escuché Ollanta? ¿Reclamaron por PPK? Y no me olvido del presidente Vizcarra. Es cierto que apoyándose en la insurgencia del pueblo le puso las banderillas a la desbordante corrupción, y cerró las puertas del chiquero congresal. Pero es cierto también, que en el campo de la economía se mueve bajo los patrones ideológicos de sus antecesores.
Finalmente, y si de historia se trata, la caverna quiere trabajarnos al bobo, al patrioterismo. Hagamos realidad, nos dice, el lema de los próceres: "Firme y feliz por la unión", que es otra manera de decir "estamos en el mismo barco". Agrego lo siguiente: ese lema tuvo un contexto en los años de la independencia, tiempos de guerras internas, de fracturas y desencuentros con los vecinos, de pérdidas territoriales. Pero perdió fuerza ante la falta de perspectiva histórica de quienes se pusieron al frente del país después de 1821.
V
Se ha hablado mucho de esto, pero hay que repetirlo. El Perú nunca ha contado con una burguesía dirigente. Quienes se auparon al poder después de la expulsión de los españoles se movieron sobre los mismos ejes económicos, sociales, y culturales impuestos por los invasores. Se cortó la relación colonial con España, pero internamente nada cambió. En una célebre conversación entre Basadre y Macera, en relación a la independencia, se llega a hablar de una revolución traicionada o secuestrada por quienes se hicieron del poder. Las mayorías poblacionales, indias o negras,siguieron siendo tan o más explotadas que durante los años del dominio colonial. Como diría Basadre, la promesa de la vida peruana: bienestar y desarrollo para todos los peruanos, se había perdido en el camino.
En esas condiciones, el lema "Firme y feliz por la unión" perdió terrenalidad; aunque es recordada de cuando en cuando por quienes se resisten, con interés o no, en mirar y reflexionar sobre las terribles fracturas sociales y culturales existentes en el país. Es como escuchar la expresión: "estamos en el mismo barco", dejando de lado un hecho: que en esas naves suelen haber compartimentos de primera, segunda y tercera; y que como ocurrió con el Titanic, a la hora de un naufragio solo hay botes salvavidas para los de primera. Es lo que está sucediendo con la peste y la cuarentena: no es lo mismo acuartelarse en los extramuros de la ciudad, sin agua, desagüe, luz, ni alimentos, expuestos a todas las plagas habidas y por haber, como también ocurre en la Sierra y en la Amazonía; que estar "encerrado" en una residencia de algún barrio exclusivo de Lima, con todas las comodidades, seguridades, una longa billetera y tarjetas de crédito al por mayor..
Puente Piedra, otoño de 2020
La ultraderecha peruana ha vuelto a la carga.Recientes declaraciones de la señora Beatriz Merino,críticas destempladas en los medios afines, y un comunicado publicado hoy en Perú21 y en las redes sociales, suscrito por empresarios, ideólogos y el conocido peonaje político de dicho sector, evidencian que estos rancios personajes de la política criolla, como reza una conocida canción, "no estaban muertos".
Estuvieron silenciosos en las primeras semanas de la lucha contra la pandemia. Pero los gruesos errores en la aplicación de la estrategia diseñada por el gobierno, y la emergencia de no pocas críticas al modelo económico establecido por la derecha peruana en las últimas décadas -en cuyo contexto se explica el abandono miserable de nuestro sistema de salud pública, como de la educación peruana- han obligado a la caverna a saltar al entablillado.
Esa derecha sabe perfectamente que el presidente Vizcarra y su equipo gubernamental no pateará el tablero establecido. Algunos amagues en el manejo de las finanzas para paliar los terribles efectos del Covid-19, no los ha dejado fuera de juego, por el contrario, el gran capital sigue haciendo negocio. La tecnocracia neoliberal, que controla el Estado, sabe hasta donde puede llegar. El pretendido impuesto a los ricos, planteado por el propio presidente Vizcarra, pero desechado por la ministra de economía, "por no ser importante", da luces sobre lo que estamos diciendo.
II
Sin embargo, los miles de infectados por la peste, y de fallecidos, en medio de paupérrimas condiciones sanitarias y de salubridad pública, -cuadro que puede agravarse más en las próximas semanas, por las flexibilidades decretadas-han encendido las luces rojas de las críticas en diferentes sectores, dentro y fuera del país; exigiendo al mismo tiempo una acción más decidida del Estado en defensa de la vida y la salud de los millones de peruanos amenazados por la peste.
Los misiles de la crítica, en el terreno concreto del accionar contra la pandemia, se han enfilado contra las clínicas que están haciendo su agosto en medio de la crisis por los precios prohibitivos para las economías populares, peor todavía en una situación de emergencia como la que vivimos, donde el desempleo y el hambre han tomado por asalto los hogares de millones de desposeídos. Críticas que se han extendido contra los monopolios reinantes en el mercado farmacéutico, que cual vulgares cogoteros, al igual que las clínicas, están provechando al máximo la laxitud del mercado, cuyas coordenadas se rigen por la Constitución del 93.
Para el capitalismo salvaje reinante, el Estado no es sino un garante, un viabilizador, un guardián de sus fechorías. El ejecutivo no ha dado un paso en concreto por hacer suyas los reclamos de control estatal a la voracidad empresarial, al contrario, los ministros no saben como defender lo indefendible. No obstante, los firmantes de la carta de esta mañana, afirman estar percibiendo "un alejamiento de las líneas maestras del desarrollo social y del crecimiento económico que nuestro país ha venido experimentado". "Líneas maestras", precisemos, diseñadas por la constitución de marras, que la burguesía peruana, como ha quedado en claro en los últimos años, está dispuesta a defender a sangre y fuego.
III
Para desgracia de la caverna, No hay observador honesto, de dentro o fuera del país, que no reaccione espantado ante la realidad económica, social y cultural que el capital neoliberal ha forjado en los últimos años, y que está en la base del naufragio de la estrategia sanitaria del gobierno. Esos críticos hablan de pobreza, desigualdad, carencias de todo tipo, abandono u olvido de los sectores más necesitados del país, centralismo asfixiante, corrupción galopante...Mientras que la riqueza insultante ha crecido y crecido. Un ejemplo: en plena crisis sanitaria, cuando la pandemia dejaba en la calle a miles de miles de hombres y mujeres y el luto se extendía,un empresario peruano, -que considera que proyectado impuesto a la riqueza es político, porque el gobierno "tiene mucha plata"- compró en Miami varios departamentos en áreas privilegiadas, merced a un jugoso desembolso de millones de dólares. Esa es la burguesía peruana, la que no se cansa de repetir que "todos estamos en el mismo barco", cuando la realidad, siempre tozuda, la desmiente.
Desde esa realidad cruda y lacerante, se alzan hoy voces de cambio. Al igual que en el mundo entero, en el Perú no hay crítico veraz, o ciudadanos comunes y silvestres, que estimen que la pospandemia no puede llevarnos al mismo punto de partida anterior. Hay matices sin dudas, pero todos son hombres y mujeres de buena fe. En el pronunciamiento aludido, los firmantes, revelan su pánico ante la posibilidad que los cambios exigidos se hagan realidad, o ganen la conciencia de las mayorías nacionales. Como siempre lo han hecho, levantan espantajos.En ese sentido indican que "no se puede retroceder a esquemas" que "sólo nos han traído pobreza y atraso"; o llaman a dejar de lado "tentaciones populistas", que tanto daño han causado "a lo largo de nuestra historia".
IV
Esa derecha es atrevida y audaz. Apelan a la historia cuando ésta la condena. En los últimos 30 años, ella ha moldeado el país. Los resultados de esa gestión están a la vista, la pandemia ha desnudado su trabajo, su corrupción, sus tejes y manejes siniestros y antipopulares, su hipocresía, su falta de empatía con los sectores populares, a los que con mil promesas les arrancaban el voto, para después sembrarlos en los campos minados de la explotación y la pobreza inmisericordes.
¿Dijeron Fujimori? ¿Alguien gritó Toledo? Disculpen, ¿mencionaron a García? ¿Escuché Ollanta? ¿Reclamaron por PPK? Y no me olvido del presidente Vizcarra. Es cierto que apoyándose en la insurgencia del pueblo le puso las banderillas a la desbordante corrupción, y cerró las puertas del chiquero congresal. Pero es cierto también, que en el campo de la economía se mueve bajo los patrones ideológicos de sus antecesores.
Finalmente, y si de historia se trata, la caverna quiere trabajarnos al bobo, al patrioterismo. Hagamos realidad, nos dice, el lema de los próceres: "Firme y feliz por la unión", que es otra manera de decir "estamos en el mismo barco". Agrego lo siguiente: ese lema tuvo un contexto en los años de la independencia, tiempos de guerras internas, de fracturas y desencuentros con los vecinos, de pérdidas territoriales. Pero perdió fuerza ante la falta de perspectiva histórica de quienes se pusieron al frente del país después de 1821.
V
Se ha hablado mucho de esto, pero hay que repetirlo. El Perú nunca ha contado con una burguesía dirigente. Quienes se auparon al poder después de la expulsión de los españoles se movieron sobre los mismos ejes económicos, sociales, y culturales impuestos por los invasores. Se cortó la relación colonial con España, pero internamente nada cambió. En una célebre conversación entre Basadre y Macera, en relación a la independencia, se llega a hablar de una revolución traicionada o secuestrada por quienes se hicieron del poder. Las mayorías poblacionales, indias o negras,siguieron siendo tan o más explotadas que durante los años del dominio colonial. Como diría Basadre, la promesa de la vida peruana: bienestar y desarrollo para todos los peruanos, se había perdido en el camino.
En esas condiciones, el lema "Firme y feliz por la unión" perdió terrenalidad; aunque es recordada de cuando en cuando por quienes se resisten, con interés o no, en mirar y reflexionar sobre las terribles fracturas sociales y culturales existentes en el país. Es como escuchar la expresión: "estamos en el mismo barco", dejando de lado un hecho: que en esas naves suelen haber compartimentos de primera, segunda y tercera; y que como ocurrió con el Titanic, a la hora de un naufragio solo hay botes salvavidas para los de primera. Es lo que está sucediendo con la peste y la cuarentena: no es lo mismo acuartelarse en los extramuros de la ciudad, sin agua, desagüe, luz, ni alimentos, expuestos a todas las plagas habidas y por haber, como también ocurre en la Sierra y en la Amazonía; que estar "encerrado" en una residencia de algún barrio exclusivo de Lima, con todas las comodidades, seguridades, una longa billetera y tarjetas de crédito al por mayor..
Puente Piedra, otoño de 2020
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