“Polo, Pitigrilli, Oxford, tennis, Austin Reed,cabarets,
cocaína, pederastas, golf, galgo ruso, caballos, Curtiss,
Napier; ¡Teddy Crownchield Soto Menor,hombre moderno!”
José Diez Canseco,en Duque.
Ancón, mayo de 1928; Barranco, mayo de 1929
Aunque parezca mentira, poco es lo que se sabe de la burguesía limeña, en especial de los entretelones de su vivir cotidiano. Los alcances de su poder económico y político si han sido visualizados desde los años 60 del siglo pasado, son memorables al respecto los trabajos pioneros de Carlos Malpica y Eduardo Anaya, y últimamente los de Francisco Durand; pero repito, a diferencia de otras clases y sectores sociales cuyas vidas y milagros han sido auscultadas desde diferentes ángulos, con la burguesía no ha sucedido lo mismo, debiendo destacarse por ello los estudios de la antropóloga Liuba Kogan, que ha comenzado a cubrir los vacíos en el conocimiento de las intimidades de las familias que constituyen esa burguesía capitalina, que apenas suman el 1% del total de las familias limeñas.
Han sido los novelistas los primeros en abrirnos las ventanas de las moradas burguesas. Cabalgando entre la ficción y la realidad, creadores de la talla de José Diez Canseco, Oswaldo Reynoso, Alfredo Bryce y el propio Mario Vargas Llosa nos han entregado algunos secretos muy bien guardados de esa burguesía, incluyendo los de las alcobas. Gracias a ellos se ha podido oletear el sórdido mundo de una clase social que hacia afuera, para las páginas sociales de los diarios y revistas capitalinas mostraba una moralina a prueba de balas; pero que hacia adentro hacía tabla rasa de todos los valores morales que predicaba a voz en cuello.
La ficción, sin embargo, queda muchas veces chica ante la riqueza de la propia realidad. Lo acaba de demostrar la siempreguapa Isabel Sartorius, aristócrata española que pudo ser nuera del Rey de España si sus amoríos con el príncipe Felipe, heredero de la corona, hubieran terminado en el altar. Ella, que vivió en Lima y frecuentó los mentideros limeños de la burguesía, acaba de soltar, en sus memorias, algunas bombas que dejan como palo de gallinero a Manuel Ulloa, una de las figuras claves de la burguesía peruana moderna, que apoyado en su poder económico se catapultó al mundo de la política, donde llegó a ser el todopoderoso ministro de economía y premier del segundo gobierno del presidente Fernando Belaúnde (1980-1985), pero también senador de la República, ya en el primer mandato del presidente García (1985-1990).
En pocas palabras: según la Sartorius, don Manuel le metía fuerte a la cocaleca, vicio al que indujo a doña Isabel Zorraquín, esposa del susodicho y madre de Isabel; a la que también golpeaba en el climax de las sesiones viciosas y ante quien, sin reparo de ningún tipo, mostrábase con otras señoras rumbo al tálamo, en su propia morada. Siempre, según la carilinda, don Manuel gustaba de dejar huella de sus sesiones amatorias y como cualquier hijo de vecino de nuestros días – que gustan filmarse- él optaba por las fotografías. “En las fotos aparecía Manuel en compañía de otras mujeres, todos totalmente desnudos”, ha escrito la bella, para rubor de los cotarros burgueses, que seguramente habrán pensado que Dios perdona el pecado, pero no el escándalo…en una tácita condena de una lenguaraz que pasó por Lima en su adolescencia, ella era, -siendo colegiala- la que le compraba la droga a su madre- pero que ahora pasea sus linduras por Europa.
La historia de Isabel Sartorius, publicada en España, bajo el título de “Por ti lo haría mil veces”, dada las múltiples como exclusivas relaciones sociales de la autora ha merecido las primeras planas de periódicos y revistas de todo el mundo. En el Perú se han reproducido párrafos de lo escrito, pero nadie ha comentado nada. Las razones son obvias: los trapos sucios de la burguesía peruana no pueden ventilarse en público, así ha sido siempre. Don Ricardo Letts Colmenares puede también dar crédito de ello. El también, en sus memorias (La Ruptura, diario íntimo 1959-1963, ediciones Nova, Lima, 2011) ha soltado algunos petardos sobre las miserias morales de los dueños del Perú, alguno de los cuales vale la pena citar:
“…La inmoralidad, las relaciones prohibidas y la degeneración en general se habían apoderado de una buena cantidad de asistentes. Con desparpajo inconcebible, hombres casados bailaban con conocidas chuchumecas. Mujeres casadas – con disfraz unas y las menos sin él- se entregaban a los sinvergüenzas que quisieran tenerlas para paletear y puntear un rato. Las chicas, que anteriormente con máscara habían hecho barbaridad y media, ahora vestidas correctamente se portaban como angelitos” (p. 58)
¿Dónde ocurrió esto? Pues en Ancón, que fue el balneario de la burguesía limeña, en el desenlace de un llamado baile de los mamarrachos. Corría el mes de febrero de 1959.
Para concluir, Ulloa, que murió en 1992, fue un hombre moderno, con un pensamiento y una práctica empresarial muy diferenciada de la que en su momento mostraron los viejos empresarios limeños; pero como vemos, sus vicios íntimos y quehaceres licenciosos eran tan antiguos como los personajes de Duque, la novela antiburguesa de Diez Canseco.
de puta madre tu blog, un hallazgo.
ResponderEliminaren otro artículo mándate acerca de la labor de coleccionista, galerista, etc, de ulloa. slds