lunes, 25 de abril de 2011


COARTADA
AL DESCUBIERTO


Dijo alguna vez Gabriel García Márquez, en una reunión de ex presidentes, que en democracias como las nuestras las elecciones eran simplemente coartadas para que se vayan unos gobernantes e ingresen otros y nada más. En otras palabras, las elecciones , incluso las más escrupulosas, servían únicamente para que algo cambie, aunque en esencia el orden económico y social no cambiase nada; como en Colombia, agregaba el genial novelista, como en el Perú diría yo, cuyas elecciones estaban destinadas, desde la perspectiva de quienes cortan el jamón, a elegir a los gobernantes cuya tarea en los próximos 5 años debería haber sido la de salvaguardar el modelo económico y su correspondiente orden político, tal y como lo han hecho, desde 1990 - en que se impuso el modelo- todas las autoridades gubernamentales.

En el actual proceso electoral, desde la derecha, candidatos como PPK, Alejandro Toledo y Luis Castañeda, le aseguraban esos propósitos, en tanto que desde la ultraderecha, Keiko Fujimori era la candidata ideal. Los resultados de la primera vuelta, sin embargo, los ha descolocado porque la presencia de Ollanta Humala en la segunda vuelta con el caudal electoral obtenido y con muchas posibilidades de incrementarse desbarataría tal pretensión del continuismo si acaso llegase a ser presidente; como también podría traerse abajo el anunciado propósito del Presidente García, el nuevo alfil de la derecha, de volver en 1916, a lo que ha jugado todos estos años, empeñado como está en demostrarle a todos los matices de la caverna su total reconversión al neoliberalismo, aunque en ello se le esté yendo la vida al APRA.

El peligro para las mayorías nacionales no está entonces en que Ollanta quiera reelegirse en caso gane la presidencia en las elecciones del 5 de junio, posibilidad que el candidato nacionalista ha negado en todos los idiomas; el peligro radica en que la derecha, que viene gobernando el país desde 1990 logre, a través de la señora Fujimori, mantenerse 6 años más en el poder con el riesgo añadido de que ella -además de abrirle las puertas de la cárcel a su padre y a todos los ladrones y asesinos que dieron vida al fujimorato- le deje la mesa servida al Presidente García, con lo que tendríamos más de 3 décadas de gobiernos derechistas, aunque los rostros de los gobernantes sean diferentes.

Una victoria de Ollanta Humala en la segunda vuelta, lo reitero, cortaría de cuajo la programación electoral de la derecha, por eso es que la preocupación de todos estos sectores va en aumento y raya en la desesperación, sobre todo porque en su propio seno comienzan a decantarse posiciones diferenciadas. El pronunciamiento explícito de Vargas Llosa contra la candidatura de la señora Fujimori no es una actitud individual, expresa el rechazo de sectores conservadores que si bien se alinean con el modelo económico, sin embargo no están de acuerdo con lo que significó el fujimontesinismo en cuanto violentamiento de la democracia burguesa, transgresión de los derechos humanos, robos, corrupción, degradación de la política, etcétera.

Por eso es que a toda carrera están tratando de reconvertir a Keiko. Su mensaje de los últimos días es diferente. Ahora pide perdón, le enmienda la plana a Martha Chávez y a Rafael Rey, habla de ponerle impuestos a las sobreganancias de las mineras, de entregarles una pensión de gratitud a los jubilados, de elevar el sueldo mínimo...terminando por declarse una admiradora de las políticas sociales del ex presidente Lula.

Como se deduce de la propia práctica del fujimontesinismo, esos mensajes son para las graderías; en la práctica se mantiene el meollo de de sus maneras de hacer política: se trae a Bayly para el trabajo sucio en la televisión, se despiden periodistas para uniformizar el color naranja en el trabajo mediático, se sigue jugando con "el regreso del chino" en provincias, se juega con los sentimientos religiosos de la gente y la desmemoria del pueblo, en este último caso para traer a Hernando de Soto como asesor, quien asesoró al dictador desde 1990, incluyendo la lavada de rostro luego del golpe de 1992 para justificar lo injustificable: la quiebra del estado de derecho.

Puente Piedra, 29 de abril de 2011

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