El felón es hoy un cadaver político. Con renuncia o sin ella, con
vacancia o no, el hombre ya murió. Los kenjivideos fueron su epitafio.
Lo que falta es enterrarlo. Lo ideal es que el pueblo en las calles se
encargue de sepultarlo porque los otros muertos, los del congreso,
buscarán sacarle el jugo a los despojos. El entierro del felón debe ser
el punto de partida de una inhumación masiva de todos aquellos que han
hecho mierda la dignidad del país y que se han burlado de las
expectativas de los pueblos del Perú. ¡Coge tu lampa súmate a esos
entierros! y no les hagas caso a los agoreros de siempre: a los de la
derecha corrupta y vendepatria que ha apapachado a esos cadáveres. Sus
palabras, como las lágrimas de las plañideras norteñas que todavía
aparecen en los entierros, no valen un carajo.
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