miércoles, 19 de noviembre de 2014

NO NOS ENGAÑEMOS

No, nos engañemos. 

Con todo lo importante que pueda ser la detención de Rodolfo Orellana y su hermana, la guerra por traerse abajo su poder mafioso apenas comienza, hay todavía mucho pan por rebanar. Han caído las probables cabezas de la mafia, pero los tentáculos siguen operando y según todas las sospechas ocupando puestos privilegiados en diferentes instancias del aparato estatal,en el mundo periodístico, policial, en los aparatos de control etcétera.

Sin esta telaraña no habría existido capacidad de actuación y expansión impune de esos negocios ilegales, que hicieron de la familia Orellana parte de los nuevos ricos que han aparecido en el Perú de las últimas décadas, que deben su fortuna, como el caso que ventilamos, a trajines nada santos, amparados en un orden que no destaca justamente por el respeto de la ley y de la ética. 

No hay que ser por ello muy listos para darse cuenta de que ese poder mafioso sigue en movimiento dispuesto a bloquear el accionar de la verdadera justicia. Hasta ahora, por ejemplo, nadie sabe a ciencia cierta cómo el señor Orellana logró cruzar la frontera norteña, a pesar de que según la información oficial era el hombre "más buscado del país" Es más. La propia normatividad podría ser empleada a su favor. Lo hacen los ex presidentes, especializados en burlar la ley, echando a mano a leguleyadas, abogados, fiscales y jueces, dispuestos siempre a confirmar el aserto de que "hecha la ley, hecha la trampa".

La única garantía para impedir la burla es que las fuerza sanas de nuestra sociedad quiebren su inacción, se pongan en movimiento para enfilar contra esa y otras mafias que le están abriendo cancha a la mejicanización del país, en la que confluyen los intereses de todas las costras criminales integradas por hombres y mujeres que están actuando en Lima y provincias, a nivel estatal y privado, vistiendo saco y corbata, trajes de gala, uniforme, toga y birrete...

La salida está en nuestras manos.

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