martes, 25 de noviembre de 2014

LA OTRA PARTE DE LA VERDAD

El cotarro político está alborotado. A la denuncias que van y vienen en torno a los mafiosos y bandas criminales que han operado y operan en el país a vista y paciencia de los gobiernos de turno, se han sumado las nada diplomáticas palabras del presidente Ollanta al señalar a las cloacas como la fuente original del fujimorismo en los años 90.

Los fujimoristas convictos y confesos, o los encubiertos, han lanzado el grito al cielo, algunos con palabras tan malolientes como las que usara el mandatario. Por su lado, para los analistas independientes las expresiones del comandante Ollanta constituyen algo así como el parteaguas electoral del ollantismo con miras al 2016. De un lado el ollantismo y sus aliados, y del otro lado el fujimorismo y el aprismo, las fuerzas políticas que en el presente son las que mayores dolores de cabeza le están ocasionando a la pareja presidencial y con quienes, supuestamente, no marcharía ni a la esquina, a pesar de sus coincidencias - en lo fundamental- con el manejo económico del país.

Que las palabras del presidente Ollanta en referencia al alumbramiento del fujimorismo son fuertes, lo son. Como que también son ciertas. Sin embargo ellas constituyen una parte de la verdad. La otra parte es la que menos se toca. Y ésta, a mi juicio tiene 2 aristas: la primera, que no es justo - si nos ceñimos a los hechos- hablar de fujimorismo divorciado del montesinismo. Lo correcto es hablar del fujimontesinismo como la corriente malsana que alumbraron las cloacas en los años 90. Fujimori se complementó con Montesinos y viceversa para el manejo del país, en lo económico, en lo político, en lo social, en el asalto al erario nacional.

Se tiende, en no pocos casos, a ver a Montesinos como el hombre de la mente perversa que arrastró a Fujimori al saqueo del fisco; y a éste como el artífice de los grandes cambios económicos que dieron vida al neoliberalismo, el periodo capitalista que está viviendo el país. La realidad indica - revísese la frondosa bibliografía que existe sobre el particular- que ambos fueron cabezas de una banda que actuó al alimón en todas y cada una de las principales medidas gubernamentales adoptadas en los infaustos años 90.

Así, el neoliberalismo -está es la segunda arista a la que quiero referirme- se enraizó en el Perú en medio de la sangre, el lodo, y las heces arrojadas desde ese manejo gubernamental. ¿No es cierto acaso que la privatización arrojó pingües ganancias para sus beneficiarios? ¿El manejo de la deuda externa no fue también una magnífica ocasión para meterle diente a los dineros malhabidos? ¿ Es falso afirmar que connotados empresarios, hoy superboyantes, deben sus éxitos a los arreglos mafiosos obtenidos por obra y gracia del fujimontesinismo? ¿El narcotráfico no vivió años de gloria en los 90?

Y pueden haber muchas preguntas más de esta naturaleza, todas ellas con respuestas purulentas.

Que actuaron en banda es otra verdad que se soslaya. La tecnocracia internacional que tomó el Estado por asalto, en especial el ministerio de economía. con sus títulos, grados y lauros obtenidos en las mejores universidades del mundo fueron socios activos y pasivos de los crímenes de la pareja infernal. ¿Duda de mis palabras? Lea los nombres de los ministros de economía que fueron a dar con sus huesos a las cárceles capitalinas y me dará la razón., A ellos se sumaron jueces, militares, policías, periodistas, artistas...

El fujimontesinismo no solamente bañó en sangre el país, con crímenes todavía no resueltos ni sancionados en su totalidad, también lo hizo en mierda, la responsabilidad le correspondió a uno y otro.

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