viernes, 7 de marzo de 2014

TECNOCRACIA AL PODER

Las últimas denuncias sobre supuestas transgresiones a la moral y a la ética por parte de renombrados congresistas - incluyendo a la ministra Omonte- o dolorosos trances como la desaparición de la cantante de Corazón Serrano, o la última denuncia contra la alcaldesa Villarán, etcétera, son todas situaciones que adecuadamente manejadas por los medios, han tendido enormes cortinas de humo, sobre el tema que políticamente debe concentrar nuestra atención: el asalto al poder de una tecnocracia que con el abierto apoyo de la troika que maneja palacio, mantiene hoy el control de los principales resortes del ejecutivo, viejo objetivo que desde los años 90 ha perseguido.

Es decir, no se trata simplemente, como se afirma, de que los ministerios claves, luego de la renuncia del premier Villanueva, están en manos de socios del ministro Castilla - miembro de la troika- sino de que el conjunto de esos tecnócratas forman parte de un conglomerado estrechamente vinculado a las estructuras del poder económico en el Perú, y externamente a los organismos internacionales, tipo Banco Mundial o FMI, desde donde se manejan los hilos de la economía mundial.

Desde los años dorados del fujimontesinismo, la tecnocracia le ha servido de sostén a todos los gobiernos que han ido construyendo el edificio del neoliberalismo. Cargados de grados, títulos y honores mil, esos empleados del BM o del FMI, se convirtieron en los artífices de las reformas. No le le hicieron ascos al quebrantamiento del Estado de derecho en 1992 ni a los crímenes de lesa humanidad cometidos en esos años, aparentemente estaban por encima del bien y del mal; pero en los hechos, como las investigaciones judiciales demostrarían años más tarde, tampoco le corrieron a las raterías que caracterizaron el decenio dictatorial.

No debe llamarnos la atención por ello que el premier Cornejo no sienta incomodidad alguna en trabajar con los Ollanta-Heredia, como ayer trabajó con PPK, con el propio PPC, o con el mismo García. Pragmáticos hasta el tuétano, a la tecnocracia no le interesa el color del gato, le interesa que cace ratones, en este caso que se aplique el neoliberalismo, sí o sí. Ese es el dictado que viene de afuera y que la derecha bruta y achorada busca aplicar a rajatabla, poniéndole su propia cuota de primitivismo, como ocurre con el salario mínimo vital sobre el cual no se quiere ni discutir.

¡No hay políticos en ese gabinete! ha dicho más de uno. Olvidan un detalle: el manejo tecnocrático de los resortes del poder es una forma de hacer política; en otras palabras los técnicos que suelen aplastarnos con su manejo interesado de las cifras - acaba de denunciarse que se están ocultando las cifras actualizadas de los cálculos macroeeconómicos trabajados por el INEI- son los políticos de nuevo cuño a los que la troika está respaldando. Aparentemente están lejos de las disputas de intereses entre los de arriba y los de abajo, pero realmente trabajan con la camiseta que los poderes fácticos les ha entregado, salvo excepciones que confirman la regla, pero que tienden a ser corregidos.

Si dudan de mis palabras, revisen el caso de la ex ministra de producción, Gladys Treviño. Si juzgamos su conducta ministerial desde los cánones de la eficiencia, la señora Treviño cumplió con su labor de defender los recursos del mar, poniendo freno a la voracidad de los 8 grandes tiburones que al margen de la ley hacían y deshacían del mar de Grau, empleando para sus fines al propio ministerio de la producción. La señora Treviño se batió a pie firme a lo largo de casi 23 meses, empleando las propias leyes de la república o creando los dispositivos legales indispensables para su labor reguladora. Pero su cabeza ya tenía precio...

La señora Treviño está ahora en la calle; curándose en salud dio una extensa entrevista a IDL-R el pasado 27 de febrero donde denunciaba todo lo que acontecía en el sector pesquero. Salvo el diario La Primera, ningún medio reprodujo el reportaje esclarecedor.

¿Creen ustedes que la tecnocracia en poder, al servicio del gran capital y las transnacionales mantendrán la regulación impuesta por la señora Treviño?

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