sábado, 26 de septiembre de 2020

UN TIPAZO


 
El cardenal Pedro Barreto, Arzobispo de Huancayo, es un tipazo que se las trae.
 
Los grandes medios le dieron bola cuando se puso a la cabeza de la ciudadanía del valle del Mantaro para conseguir plantas de oxígeno para los hospitales de su región. La pandemia arrasaba en el valle, el Estado mostraba su conocida inoperancia, y el pueblo no sabía que hacer ante la falta del vital elemento.
 
Sin pensarlo dos veces, el cardenal, pisándole los callos a los dueños del oxígeno en el Perú y a sus arropadores, se puso al frente de la cruzada, y no paró hasta instalar las plantas de oxígeno en los hospitales de Jauja y Huancayo.
 
En los últimos días, el cardenal ha vuelto a hacer noticia, pero en el exterior y en las redes sociales. Los grandes medios han ignorado sus fulminantes declaraciones a Prensa Latina. ¿La razón? Es que ha desnudado nuestra realidad social, poniendo al sol, como buen cristiano, las injusticias e inequidades que golpean a los millones de peruanos y de habitantes de este planeta.
 
Para empezar, en el tema del oxígeno señaló puntualmente tres cosas. La primera, que hasta el año 2009, en el Perú se podía emplear el oxígeno medicinal que contara con una pureza entre el 93 y 99 por ciento. Segundo, contrariando la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, el presidente García prohibió el empleo oxígeno medicinal que no mostrara un 99 por ciento de pureza. Tercero, como producto de esa resolución, en el Perú, hubo una sola empresa que podía poner su producto en el mercado, con todas las ventajas monopolísticas que ello implicaba.
 
Cuando en el Perú asomó el Covid-19, los peruanos quedamos a merced de esa empresa, que hizo su agosto, su navidad y año nuevo con la demanda que alcanzó el oxígeno. El cardenal Barreto y la feligresía de la región central lo vivieron en carne propia.
 
Fue un "grave error" del presidente García, ha dicho el primado, pero añadiendo muy sutilmente: "motivado por otras causas".
 
Pero el cardenal no se quedó aquí, fue más allá en la explicación de la angurria empresarial que con el Covid-19 ha repletado sus bóvedas. Fiel al pensamiento del papa Francisco, nos ha dicho que bajo el imperio del neoliberalismo el deseo de ganancia se ha impuesto a cualquier precio, "sin pensar en la exclusión social y en la destrucción de la naturaleza" que ocasionan.
 
Recordó el cardenal que en Bolivia, en el año 2015, el papa Francisco señaló que el modelo neoliberal "tiene en el centro un ídolo que se llama dinero". Esa opción, agregó el dignatario peruano, no tiene "ni rostro, ni corazón", no ofrenda vida, "sino esclavitud al poder del dinero".
 
Algo más. Pensando si duda en el colapso económico y social provocado por la pandemia, pero que hunde sus raíces en el sistema imperante que ha taponado las potencialidades del ser humano, el cardenal Barreto, sin pelos en la lengua, puntualizó que el neoliberalismo ha fracasado, no aguanta más, ha servido únicamente para concentrar la riqueza en un grupo minoritario, "mientras la gran mayoría es excluida y considerada descartable".
 
Sí, como usted lo lee: para el neoliberalismo, lo dice el primado de la iglesia católica, las mayorías somos descartables.
 
¿Qué hacer entonces?
 
La respuesta nos la da el mismo Barreto: "Hay que buscar un nuevo modelo de desarrollo, que sea humano, integral", y que se plantee como alternativa ante el neoliberalismo vigente. Es decir, mientras que no pocos, a pesar de la brutal crisis del neoliberalismo, no saben como apuntalarlo y parcharlo, el cardenal va más allá, hay que reemplazarlo, indica.
 
¿Por qué la prensa mercenarizada no le ha dado bola a las declaraciones del cardenal? Las razones saltan a la vista. Ahh, olvidaba decir algo más: sumándose a las voces multitudinarias del planeta, el arzobispo de Huancayo y primado de la iglesia católica peruana, no dejó de reclamar el fin del bloqueo norteamericano a Cuba. 
 
Lo dije al empezar esta nota: el cardenal es un tipazo.

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