lunes, 14 de septiembre de 2020

EL GOLPISMO

El golpismo mafioso, parapetado en el congreso, ha quedado al descubierto, lo sorprendieron, como en los viejos tiempos, tocando las puertas de los cuarteles; pero asimismo, poniendo en práctica el nuevo libreto de la derecha latinoamericana: utilizar las propias instituciones del Estado, incluyendo su normatividad, para traerse abajo regímenes democráticamente elegidos.
Ahora, la pregunta del millón es la siguiente: ¿quiénes están detrás de las movidas sediciosas?
 
La mayoría le carga la responsabilidad a la dupla Merino-Alarcón y a un grupete de congresistas prontuariados que se han hecho del control del congreso. En el primer caso, por sus ambiciones desmedidas de ceñirse la faja presidencial, y en el segundo caso por limpiar sus anticuchos, que los pueden poner de patitas en la cárcel. El mejor ejemplo es el del propio Alarcón.
Se ha dicho también, no sin razón, que con el poder en las manos, ese gregario mafioso estaría dispuesto a postergar las elecciones convocadas para el 2021, previo archivamiento de las reformas políticas que hasta ahora - por su responsabilidad directa - duermen el sueño de los justos.
 
Sería sin embargo un error perder de vistas otro intereses que se están moviendo detrás de esa intentona. La ultraderecha, que se la tiene jurada al presidente Vizcarra, ha alimentado mediáticamente la deslegitimación de su mandato. En estos momentos, con el plan descubierto, sus voceros están reculando, colocándose muy oportunistamente por cierto, en las filas de los sectores que desde un inicio denunciaron la maniobra mafiosa.
 
Pero existen también otras gentes, que desde sus posicionamientos de poder en provincias avanzan ahora a ratificar su presencia protagónica en el país. Considerarlos a ellos significa tomar en cuenta los avances del capitalismo en el Perú profundo, y la emergencia de burguesías locales y regionales, que han venido a sustituir al poder gamonal de antaño. 
 
Ese poder económico y político emergente, hay que decirlo, no se sustenta únicamente en las actividades lícitas. Más de una vez se ha dicho que el narcotráfico suele financiar candidaturas. Y lo mismo puede decirse de la minería ilegal, la tala de arboles, el tráfico de hombres y mujeres, el tráfico de animales silvestres...Es más, hay estudios que colocan entre interrogantes el súbito enriquecimiento de personajes o grupos, que luego de posicionarse económicamente, han dado el salto a la actividad política, financiando partidos o movimientos que aparecen y desaparecen en el ámbito provincial y regional. 
 
Es sabido, que los clásicos partidos limeños ya no pesan en esos ámbitos, viéndose obligado a tranzar con los poderes locales o provinciales para presentar listas completas a la hora de las elecciones generales. Esos "líderes", con dudosas o parchadas hojas de vida son los que hoy ganan protagonismo en los medios, no justamente por sus fortalezas políticas. No tienen ideas, ni programas, ni proyectos de futuro, solamente tienen ambiciones, personales y de grupo, de mafias, diríamos mejor.
 
Dijimos en un envío anterior que el capitalismo neoliberal nos había ofrecido elefantes, pero lo que estábamos cosechando eran pulgas. Lo dicho ratifica nuestro aserto. Las movidas mafiosas de estos días responden también a esos intereses, quieren copar todos los espacios de poder. Controlan el congreso, están a un paso de engullirse el TC, y en las últimas horas intentaron tomar por asalto el palacio de Pizarro.
 
¿Y la burguesía que se atrinchera en la Confiep no ha jugado ningún rol en esa intentona golpista? Llama la atención su silencio. Obedece ello a su pragmatismo. Le da lo mismo chana que Juana, sabe perfectamente que mientras no cambien las reglas de juego establecidas en la constitución del 93, su poder económico será inconmovible. Y por lo que se ve, salvo ciertos arrebatos populistas para ganar pantalla, a las mafias que controlan el congreso no se les conoce ideas ni propuestas que alteren los marcos económicos establecidos.
 
El silencio de la Confiep, como la presencia de los jefes militares detrás del premier y de la ministra de justicia en la declaración de ayer del Ejecutivo dicen mucho. Hay que tomar nota de ello.

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