lunes, 23 de septiembre de 2019

LECCIONES SANMARQUINAS


¿Qué lecciones deja la última gran batalla del estudiantado sanmarquino para el conjunto del movimiento popular? La primera de ellos es que cuando existen causas justas para la pelea, bastará un detonante para provocar una reacción masiva, multitudinaria, de defensa de esas reivindicaciones dentro y fuera de los escenarios de la gran batalla. El tema de la continuación del proyecto de recorte de los linderos de la Ciudad Universitaria estaba durmiendo el sueño de los justos, hasta que una salida torpe de las autoridades sanmarquinas, a favor justamente de ese abuso contra el patrimonio de la universidad , precipitó el alzamiento juvenil, que fue creciendo conforme se sucedían las cegueras de esos mandos y la agresión abierta y brutal de las fuerzas policiales contra el estudiantado y el propio claustro. La segunda lección es que la solidaridad - concepto negado por el individualismo rampante, hoy predominante- no se puede dar por agotado. Existe, puede estar refundido, pero no liquidado. Por eso es que los egresados sanmarquinos de las diferentes Facultades saltaron a la palestra a comerse ese pleito, como en los mejores tiempos de la cuatricentenaria, generando un espacio contestatario que se fue ampliando y fortaleciendo con el apoyo mediático, el respaldo externo y la repulsa popular a las autoridades sanmarquinas por su complicidad con un proyecto que desde el punto de vista técnico era bastante cuestionable, conforme el propio Municipio capitalino lo ha demostrado. En tercer lugar, el movimiento sanmarquino frenó la arremetida de la derecha cavernaria, enemiga de la universidad pública y de San Marcos en especial. Esa derecha, patrocinadora de las universidades truchas, apenas se encendió el conflicto cargó contra los estudiantes, recurriendo a su libreto de siempre: acusarlos de "terroristas". La satanización no prosperó, el apoyo popular a una causa justa diluyó la intentona, la borró del mapa. Finalmente, en cuarto lugar, fue clave la unidad alcanzada por el movimiento. Se ha dicho muchas veces que San Marcos es una especie de un Perú en pequeño, por tanto portadora de una heterogeneidad, con la que hay que saber trabajar. Como la vida lo ha enseñado, es justamente en esas horas de lucha cuando se avanza a grandes pasos en la vertebración de alianzas y coincidencias a todo nivel. El movimiento sanmarquino lo ha vuelto a demostrar.

Hay todavía mucho pan por rebanar. Pero es indudable que esta nueva jornada democrática, de filo sanmarquino,nos invita a retomar con fuerza esa célebre tonada de Isabel Parra:

Me gustan los estudiantes
porque son la levadura
del pan que saldrá del horno
con toda su sabrosura,
para la boca del pobre
que come con amargura.
Caramba y zamba la cosa
¡viva la literatura!

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