¿Qué lecciones deja la última gran batalla del estudiantado
sanmarquino para el conjunto del movimiento popular? La primera de ellos
es que cuando existen causas justas para la pelea, bastará un detonante
para provocar una reacción masiva, multitudinaria, de defensa de esas
reivindicaciones dentro y fuera de los escenarios de la gran batalla. El
tema de la continuación del proyecto de recorte de los linderos de la
Ciudad Universitaria estaba durmiendo el sueño de los justos, hasta que
una salida torpe de las autoridades sanmarquinas, a favor justamente de
ese abuso contra el patrimonio de la universidad , precipitó el
alzamiento juvenil, que fue creciendo conforme se sucedían las cegueras
de esos mandos y la agresión abierta y brutal de las fuerzas policiales
contra el estudiantado y el propio claustro. La segunda lección es que
la solidaridad - concepto negado por el individualismo rampante, hoy
predominante- no se puede dar por agotado. Existe, puede estar
refundido, pero no liquidado. Por eso es que los egresados sanmarquinos
de las diferentes Facultades saltaron a la palestra a comerse ese
pleito, como en los mejores tiempos de la cuatricentenaria, generando un
espacio contestatario que se fue ampliando y fortaleciendo con el apoyo
mediático, el respaldo externo y la repulsa popular a las autoridades
sanmarquinas por su complicidad con un proyecto que desde el punto de
vista técnico era bastante cuestionable, conforme el propio Municipio
capitalino lo ha demostrado. En tercer lugar, el movimiento sanmarquino
frenó la arremetida de la derecha cavernaria, enemiga de la universidad
pública y de San Marcos en especial. Esa derecha, patrocinadora de las
universidades truchas, apenas se encendió el conflicto cargó contra los
estudiantes, recurriendo a su libreto de siempre: acusarlos de
"terroristas". La satanización no prosperó, el apoyo popular a una causa
justa diluyó la intentona, la borró del mapa. Finalmente, en cuarto
lugar, fue clave la unidad alcanzada por el movimiento. Se ha dicho
muchas veces que San Marcos es una especie de un Perú en pequeño, por
tanto portadora de una heterogeneidad, con la que hay que saber
trabajar. Como la vida lo ha enseñado, es justamente en esas horas de
lucha cuando se avanza a grandes pasos en la vertebración de alianzas y
coincidencias a todo nivel. El movimiento sanmarquino lo ha vuelto a
demostrar.
Hay todavía mucho pan por rebanar. Pero es indudable
que esta nueva jornada democrática, de filo sanmarquino,nos invita a
retomar con fuerza esa célebre tonada de Isabel Parra:
Me gustan los estudiantes
porque son la levadura
del pan que saldrá del horno
con toda su sabrosura,
para la boca del pobre
que come con amargura.
Caramba y zamba la cosa
¡viva la literatura!
porque son la levadura
del pan que saldrá del horno
con toda su sabrosura,
para la boca del pobre
que come con amargura.
Caramba y zamba la cosa
¡viva la literatura!
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