domingo, 28 de julio de 2019

LA GRAN JODA Y LAS JODAS PERUANAS


No doremos la píldora. Ayer triunfó la podredumbre en el congreso, la alianza del mal: el fujimontesinismo purulento, el empresariado que no le hace ascos a la corrupción porque lo que le interesa es llenar sus arcas sea como sea, y los defensores de los cuellos blancos, de los blindadores de todos los mafiosos que debieran hoy estar en la cárcel pagando sus culpas, pero que siguen haciendo de las suyas gracias precisamente a la mayoría congresal que ayer eligió al señor Olachea como presidente de esa instancia del poder estatal.

El fujiaprismo ha jugado bien sus cartas.Están deslegitimados en las calles, pero se han podido rearmar en el establo gracias - aunque pareza paradójico- al propio Vizcarra, que con sus arrestos contra la corrupción y sus propuestas de reformas judiciales y políticas los colocó contra las sogas; pero desencuentros salvados una y otra vez, con los salvavidas lanzados por el propio ejecutivo, porque al fin y al cabo ambos sectores están vinculados por su defensa a muerte del modelo económico, imperante en el país, y del sistema que lo cobija.

Desde hace rato el presidente Vizcarra tiene la bala de plata para acabar con ese estado de cosas en el congreso: disolverlo en aplicación estricta de la constitución a la que tanto salvaguarda. Hoy mismo, ante el desvirtuamiento de la esencia de las reformas que envió el congreso, puede gatillar esa bala, como lo exige el futuro del país, la decencia, las reservas morales que desde el Perú profundo construyen país, día a día, hora a hora, superando todos los obstáculos, las agresiones, el ninguneo, de los dueños del Perú, que son los que a estas horas no dejan de festejar la elección de Olaechea.

Las ambigüedades y debilidades políticas del presidente Vizcarra en la toma de decisiones responden sin duda a su propia extracción social, pero sobre todo a los compromisos con el capital, con el gran capital nativo y el transnacional que es el que tiene la última palabra en el coloreado del país. La resolución adoptada en relación a la explotación del proyecto minero Tía María en el Sur peruano grafica, ese compromiso, como otros que tiene en la manga y que seguramente serán expuestos en el discurso presidencial de este mediodía.

Existe además otro elemento que el presidente Vizcarra debe estar sopesando. Los pueblos del Sur están escrespados. La licencia de construcción otorgada a la Southern para el proyecto Tía María, ha reanimado los ánimos levantiscos de las regiones de ese extremo del país. Y en el resto del Perú reina la calma chicha. La ciudadanía está la expectativa, siguiendo al detalle el quehacer político, pero la falta de organizaciones políticas de fondo, con enraízamientos a todo nivel, y con programas de transformación de alcance táctico y estratégico, está jugando en sentido contrario a las exigencias del momento político.

Con un pueblo alzado, al estilo Puerto Rico de los últimos días, esa bala de plata ya hubiera sido gatillada. El pueblo peruano sabe el peso de sus fuerzas: en los 70 arrojó del poder a los militares, en los 90 expectoró a la dupla Fujimori-Montesinos del palacio de Pizarro. Garra tiene, historia también, lo que le falta es la politización y organización, a forro, el futuro de cambio total consecuentemente delineado, independientemente de los partidos mugrosos que hoy usufructúan del poder. Las vanguardias políticas de izquierda tienen aquí la palabra, como la tienen también todas las organizaciones y personalidades progresistas y patrióticas que aspiren a llegar al bicentenario con la frente en alto.

¿En que momento se había jodido el Perú? se preguntó Zavalita en la célebre Conversación en la Catedral, del laureado Vargas Llosa. Como lo dijeron las personalidades que respondieron a esta pregunta en una edición de Milla Batres de hace algunas décadas: la gran joda la sufrimos con la invasión española en 1532; pero las otras jodas la trabajaron los propios peruanos en los 198 años de vida republicana que estamos cumpliendo justamente hoy, en situaciones como las que estamos enfrentando.

¿Vizcarrita habrá tomado nota del trasfondo de la pregunta de Zavalita? Este mediodía lo sabremos. Sea cual sea la decisión que adopte - en la que incluso se está jugando la cabeza- lo más trascendente, a estas alturas del partido, es que nos reafirmemos en que es el pueblo, y solamente el pueblo, el que podrá hacer realidad la gran promesa emancipadora y libertaria de la vida peruana trazada por quienes desde antes de 1821 se jugaron la vida en conquistarla. Ese es el camino que hay que seguir

Puente Piedra, 28 de julio de 2019

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