lunes, 29 de julio de 2019

LAS CALLES TIENEN LA PALABRA




Ante el anuncio presidencial de adelanto de elecciones, que ha agudizado la crisis política en las alturas gubernamentales, han comenzado a irradiarse todos tipo de análisis y comentarios. Ante los medios desfilan los políticos de siempre, de izquierda y derecha, economistas, politólogos, constitucionalistas, opinólogos etcétera. Hacen cálculos de los costos económicos y políticos de la medida anunciada, de si es posible o no su realización en plazos cortos o largos, al mismo tiempo que se disparan apoyos, condenas, insultos, y amenazas contra el autor de la propuesta. Lo que ninguno de esos analistas u opinólogos ha hecho es tomar en cuenta al ente que sí o sí va a constituirse en el gran protagonista en el desenlace de la crisis: el pueblo, el que si se pone las pilas en la presente coyuntura podría definir la ruta de los acontecimientos, los alcances y las formas de la salida. El presidente Vizcarra hizo mención ayer que en todos los rincones del país hay una sola exigencia: ¡cierren el congreso! No está faltando a la verdad, ese sentimiento, que nace de la indignación, del repudio instintivo al estado de cosas imperantes en el país, ha dinamizado en los últimos tiempos las grandes movilizaciones populares contra la corrupción, en defensa del trabajo, de la salud, del medio ambiente, del salario justo. La falta de politización, organización y centralización de esos movimientos, conspiran sin embargo contra su sostenibilidad en el tiempo; pero como está demostrado también es justamente en estos periodos críticos, calientes, donde esos movimientos pueden recuperar rápidamente el tiempo perdido. ¿Cuáles son esas palancas a las que hay que apelar para retomar el rumbo de la lucha abierta y franca, con perspectivas de transformación total? Son las vanguardias políticas y gremiales, los destacamentos culturales, artísticos, juveniles, religiosos, sectores y personalidades democráticas y patrióticas que estén dispuestos cultivar sueños de emancipación, progreso y desarrollo. En la hora actual de crisis, ante el peligro de que sea la derecha ultracavernaria la que saque provecho de ella - ya tienen en el congreso un proyecto de Bolsonaro- las diferencias pueden limarse a todo vapor, para poner por delante las coincidencias, las aspiraciones colectivas particulares, para adicionarlas a la gran pelea por la construcción de un país diferente. A esa consigna ¡que se vayan todos! propuesta desde el corazón mismo de las masas, hay que dotarla de carne, sangre y fuego programático, de formas organizativas, de espíritu unitario, de confianza en las propias fuerzas. Con ello se garantizará la perspectiva autónoma, propia, de corto y largo plazo, del movimiento popular, evitando su distorsión o aprovechamiento por sectores extraños a los intereses de las masas populares, ajenos a su presente y futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario