miércoles, 2 de enero de 2019

UN CADAVER INSEPULTO

Foto: Melina Mejía-Andina

Cuando escribimos estas líneas, el fiscal Chávarry, si bien no ha presentado todavía su anunciada renuncia, es sin embargo, para todos los fines de su cargo, un cadaver insepulto. Su intento mafioso de dejar fuera de juego a los fiscales anticorrupción Vela y Pérez, fue su waterloo. Desde que asumió el cargo de fiscal de la Nación estuvo con un pie afuera por sus vinculaciones con la criminalidad organizada en los llamados "cuellos blancos del puerto"; pero encompinchado con el fujiaprismo congresal, pudo sin embargo mantenerse en pie, hasta el 31 de diciembre pasado en que su resolución de expectoración de Vela y Pérez, gatilló la indignación, la cólera de la ciudadanía peruana, que recibió el año nuevo en las calles, batiéndose contra la corrupción, que descaradamente se atrevió a mostrar sus colmillos desde el Ministerio Público, tomado por asalto - como dice el juez Carhuancho en una de sus resoluciones- por la mafia fujiaprista.

Como ha ocurrido siempre en las grandes batallas por la democracia y el bienestar de los pueblos, han sido las heroícas multitudes las grandes protagonistas de esas gestas. Si Chávarry formalmente entrega los trastos de mando, y si el Ministerio Público es declarado en emergencia para ser desratizado, los palmarés tienen que ser entregados a esos hombres y mujeres de todas las condiciones sociales, que a lo largo y ancho del país, dejando de lado sus quehaceres cotidianos, se han declarado en movilización permanente, en alerta total para cerrarle el paso a la mugre, al cáncer, que corroe las instituciones.

Desde sus propias perspectivas el presidente Vizcarra, una vez más, ha sintonizado con esos pueblos y hay que resaltar su decisión de dejar Brasil para asumir su responsabilidad en la lucha contra la corrupción. Pero él tiene, no lo soslayemos, su propia estrategia. El fujiaprismo, mientras tanto, con otras tiendas congresales, aterrados por el giro que está alcanzado la crisis, no lo han pensado dos veces para colocarse, de dientes para afuera, al lado de las exigencias populares. El fujiaprismo, que a lo largo de estos meses blindó a Chávarry, defendiéndolo hasta con las uñas, hoy pretende sorprendernos con un giro aparentemente moralizador. La propia "señora K", desde la prisión, ha convocado a sus mononeuronales a apoyar la reorganización del Ministerio Público.

Ese es un viejo truco de la derecha y de las mafias. Lo que el fujiaprismo realmente busca ante la inminencia de esa reorganización, es torpedear desde adentro los cambios. Es la vieja fórmula del gatopardismo: cambiar algo para que nada esencial cambie y cuidar a sus cuadros infiltrados en diferentes niveles. Ya lo hicieron con el referéndum. Aparentemente se alinearon con la bicameralidad propuesta por el ejecutivo, pero realmente le metieron unas trampas que el propio presidente Vizcarra puso al descubierto.

¡Ninguna confianza en ese establo congresal! Por eso es que consideramos que la potencialidad política de las masas populares, puestas una vez más a prueba en medio de la crisis a la que asistimos, no puede ser tirada por la borda. A las organizaciones políticas, sindicales, populares, artísticas, vecinales, democráticas, patrióticas... corresponde darle vuelo y rumbo a esa insurgencia. Hay que alcanzar por ello la más amplia unidad y vocación de pelea propia, autónoma, estratégicamente independiente. No se necesita ser adivino para afirmar que el año nuevo nos traerá más confrontaciones, tan o más serias que las que estamos hoy enfrentando. Por eso venimos sosteniendo que para esa peleas de largo alieto calzar zapatillas es insuficiente, hay que ponernos las botas de 7 leguas.

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