Foto: Melina Mejía-Andina
Cuando escribimos estas líneas, el fiscal Chávarry, si bien no ha
presentado todavía su anunciada renuncia, es sin embargo, para todos los
fines de su cargo, un cadaver insepulto. Su intento mafioso de dejar
fuera de juego a los fiscales anticorrupción Vela y Pérez, fue su
waterloo. Desde que asumió el cargo de fiscal de la Nación estuvo con un
pie afuera por sus vinculaciones con la criminalidad organizada en los
llamados "cuellos blancos del puerto"; pero encompinchado con el
fujiaprismo congresal, pudo sin embargo mantenerse en pie, hasta el 31
de diciembre pasado en que su resolución de expectoración de Vela y
Pérez, gatilló la indignación, la cólera de la ciudadanía peruana, que
recibió el año nuevo en las calles, batiéndose contra la corrupción, que
descaradamente se atrevió a mostrar sus colmillos desde el Ministerio
Público, tomado por asalto - como dice el juez Carhuancho en una de sus
resoluciones- por la mafia fujiaprista.
Como ha ocurrido siempre
en las grandes batallas por la democracia y el bienestar de los
pueblos, han sido las heroícas multitudes las grandes protagonistas de
esas gestas. Si Chávarry formalmente entrega los trastos de mando, y si
el Ministerio Público es declarado en emergencia para ser desratizado,
los palmarés tienen que ser entregados a esos hombres y mujeres de todas
las condiciones sociales, que a lo largo y ancho del país, dejando de
lado sus quehaceres cotidianos, se han declarado en movilización
permanente, en alerta total para cerrarle el paso a la mugre, al cáncer,
que corroe las instituciones.
Desde sus propias perspectivas el
presidente Vizcarra, una vez más, ha sintonizado con esos pueblos y hay
que resaltar su decisión de dejar Brasil para asumir su responsabilidad
en la lucha contra la corrupción. Pero él tiene, no lo soslayemos, su
propia estrategia. El fujiaprismo, mientras tanto, con otras tiendas
congresales, aterrados por el giro que está alcanzado la crisis, no lo
han pensado dos veces para colocarse, de dientes para afuera, al lado de
las exigencias populares. El fujiaprismo, que a lo largo de estos meses
blindó a Chávarry, defendiéndolo hasta con las uñas, hoy pretende
sorprendernos con un giro aparentemente moralizador. La propia "señora
K", desde la prisión, ha convocado a sus mononeuronales a apoyar la
reorganización del Ministerio Público.
Ese es un viejo truco de
la derecha y de las mafias. Lo que el fujiaprismo realmente busca ante
la inminencia de esa reorganización, es torpedear desde adentro los
cambios. Es la vieja fórmula del gatopardismo: cambiar algo para que
nada esencial cambie y cuidar a sus cuadros infiltrados en diferentes
niveles. Ya lo hicieron con el referéndum. Aparentemente se alinearon
con la bicameralidad propuesta por el ejecutivo, pero realmente le
metieron unas trampas que el propio presidente Vizcarra puso al
descubierto.
¡Ninguna confianza en ese establo congresal! Por eso
es que consideramos que la potencialidad política de las masas
populares, puestas una vez más a prueba en medio de la crisis a la que
asistimos, no puede ser tirada por la borda. A las organizaciones
políticas, sindicales, populares, artísticas, vecinales, democráticas,
patrióticas... corresponde darle vuelo y rumbo a esa insurgencia. Hay
que alcanzar por ello la más amplia unidad y vocación de pelea propia,
autónoma, estratégicamente independiente. No se necesita ser adivino
para afirmar que el año nuevo nos traerá más confrontaciones, tan o más
serias que las que estamos hoy enfrentando. Por eso venimos sosteniendo
que para esa peleas de largo alieto calzar zapatillas es insuficiente,
hay que ponernos las botas de 7 leguas.
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