jueves, 10 de enero de 2019

EL DESPRECIO A LAS MASAS


No es casual que el fiscal Chávarry y la bankada fujimontesinista, aseveren que las multitudes que se han lanzado a las calles a pelear contra la corrupción, sean masas ventrales, de alquiler, dispuestas a vender al mejor postor sus gritos, sus puños, sus cánticos y consignas. La derecha en el poder, sus operadores e ideólogos, siempre han despreciado a ese pueblo, sea cual sea el tiempo y el lugar, tratando permanentemente de hundirlo en el mundo de la ignorancia, del embrutecimiento, del sanchopancismo. Uno de los rasgos del fujimontesinismo, por ejemplo, es el de haber promovido las clientelas en el campo de la política. Gente que se mueve únicamente en función del taper, de la propina, del regalo, de la música y del alcohol, reeditando así, en el siglo XXI, la vetusta política del alcohol y la butifarra que caracterizó a la oligarquía de principios del siglo XX, que obtenía de ese modo el voto y la adhesión.

A diferencia de esos escenarios emputecidos por el fujimontesinismo, las masas que en estas semanas han tomado calles y plazas, han hecho de la indignación y de la repulsa a la corrupción sus principales motores. Es cierto que hay todavía mucho de espontaneísmo, de reacciones instintivas, de rechazo inmediato, pero ello no invalida el potencial, la proyección de esos movimientos. 

Lo que falta ahora es superar ese espontaneísmo, hacer de esas respuestas masivas, posicionamientos conscientes, democráticos, verdaderamente  políticos, con un norte meridianamente establecido. Afirmamos por ello que hay un importantísimo magma social que debe ser nutrido de ideas, de propuestas, de programas, de proyectos de cambio del país. La educación política de esos pueblos no cae del cielo, se va tejiendo al calor justamente de esas contingencias de la lucha de clases. La derecha corrupta que piensa, habla y escribe que ese pueblo indignado solo se mueve y se moverá al son del billete, nunca asumirá esa tarea. Lo que siempre buscará son clientelas masas borreguiles y nada más. Corresponde a las vanguardias políticas asumir esas responsabilidades. Por algo son vanguardias.

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