Los trabajadores peruanos nunca han tenido alma de esclavo.
Por eso es que esta tarde se movilizarán a nivel nacional contra el
paquetazo antilaboral que el gobierno de Vizcarra pretende aplicar para
saciar la voracidad de quienes parten el jamón en el país.
Por
eso también, es que hace exactamente 100 años los abuelos del movimiento
obrero y popular, al conquistar las 8 horas de trabajo, luego de duras
como históricas jornadas de movilización y huelgas, le señalaron a sus
descendientes los inabdicables derroteros de lucha contra la expoliación
del capitalismo.
Eran los años de lo que Basadre llamó la
República Aristocrática. El capital extranjero se enseñoreaba en nuestra
economía, con la complicidad de los empresarios nativos, y a costa de
la sangre, del sudor y de las lágrimas de hombres y mujeres de todas las
edades, que en jornadas de trabajo que alcanzaban las 16 horas, les
llenaban las arcas a los señorones de esos tiempos.
Levantarse
contra esos capitalistas desvergonzadamente encompichados con los
gobiernos de turno, parecía una utopía. Pero los trabajadores peruanos,
que no tenían otra cosa que perder que no fueran sus cadenas asumieron
el desafío. La influencia anarcosindicalista les había permitido
alcanzar importantes niveles de organización y de conciencia gremial. La
idea de luchar por las 8 horas de trabajo, conquistadas ya en otras
latitudes, fue el detonante unificador del movimiento, al que se sumaron
los estudiantes, las mujeres, el pueblo todo.
Los primeros en
conquistar las 8 horas de trabajo fueron los trabajadores portuarios. En
1913, los mismos empresarios, luego de combativas movilizaciones y
paralizaciones de sus obreros se vieron obligados a conceder esa
reivindicación. Años más tarde, los braceros del Norte Chico y los
petroleros de Talara, fecundaron también con su sangre la exigencia
obrera, que repiqueteaba en las asambleas, movilizaciones, mítines,
periódicos proletarios, actividades culturales...
Hasta que se
llegó a 1919. La burguesía y su gobierno, ante la exigencia, como
siempre apeló a la violencia. "Las manifestaciones eran disueltas a
sablazos. El presidente Pardo decretó la suspensión de las garantías
individuales. Ordenó un ataque armado contra Vitarte y la captura de
numerosos dirigentes" ( Denis Sulmont El Movimiento obrero en el
Perú/1900-1956). En tanto que El Tiempo, el periódico que se alineó con
los trabajadores, fue violentamente clausurado. Ahí escribía Mariátegui
La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar: el paro general y
la movilización, acatados por todo Lima, Vitarte, Callao y cuanto
reducto obrero existía. Al final, la burguesía y Pardo tuvieron que
ceder. El 15 de enero de 1919 se suscribió la resolución suprema
reconociendo la jornada de 8 horas en todo el Perú.
Conquista que
el neoliberalismo, entronizado desde los años 90, ha hecho polvo,
pretendiendo en estos días, vía el paquetazo antilaboral, seguir
engordando con la sangre, el sudor y las lágrimas, de los miles de
hombres y mujeres a los que se les ha cercenado tan importante
reivindicación, pero que están dispuestos - la convocatoria a las
protestas de hoy lo demuestran- a decirle ¡basta! a los verdugos del
pueblo peruano.
Por eso es que al inicio de estas líneas señalé: los trabajadores peruanos nunca han tenido alma de esclavo.
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