martes, 15 de enero de 2019

SIN ALMA DE ESCLAVO


Los trabajadores peruanos nunca han tenido alma de esclavo.

Por eso es que esta tarde se movilizarán a nivel nacional contra el paquetazo antilaboral que el gobierno de Vizcarra pretende aplicar para saciar la voracidad de quienes parten el jamón en el país.

Por eso también, es que hace exactamente 100 años los abuelos del movimiento obrero y popular, al conquistar las 8 horas de trabajo, luego de duras como históricas jornadas de movilización y huelgas, le señalaron a sus descendientes los inabdicables derroteros de lucha contra la expoliación del capitalismo.

Eran los años de lo que Basadre llamó la República Aristocrática. El capital extranjero se enseñoreaba en nuestra economía, con la complicidad de los empresarios nativos, y a costa de la sangre, del sudor y de las lágrimas de hombres y mujeres de todas las edades, que en jornadas de trabajo que alcanzaban las 16 horas, les llenaban las arcas a los señorones de esos tiempos.

Levantarse contra esos capitalistas desvergonzadamente encompichados con los gobiernos de turno, parecía una utopía. Pero los trabajadores peruanos, que no tenían otra cosa que perder que no fueran sus cadenas asumieron el desafío. La influencia anarcosindicalista les había permitido alcanzar importantes niveles de organización y de conciencia gremial. La idea de luchar por las 8 horas de trabajo, conquistadas ya en otras latitudes, fue el detonante unificador del movimiento, al que se sumaron los estudiantes, las mujeres, el pueblo todo.

Los primeros en conquistar las 8 horas de trabajo fueron los trabajadores portuarios. En 1913, los mismos empresarios, luego de combativas movilizaciones y paralizaciones de sus obreros se vieron obligados a conceder esa reivindicación. Años más tarde, los braceros del Norte Chico y los petroleros de Talara, fecundaron también con su sangre la exigencia obrera, que repiqueteaba en las asambleas, movilizaciones, mítines, periódicos proletarios, actividades culturales...

Hasta que se llegó a 1919. La burguesía y su gobierno, ante la exigencia, como siempre apeló a la violencia. "Las manifestaciones eran disueltas a sablazos. El presidente Pardo decretó la suspensión de las garantías individuales. Ordenó un ataque armado contra Vitarte y la captura de numerosos dirigentes" ( Denis Sulmont El Movimiento obrero en el Perú/1900-1956). En tanto que El Tiempo, el periódico que se alineó con los trabajadores, fue violentamente clausurado. Ahí escribía Mariátegui

La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar: el paro general y la movilización, acatados por todo Lima, Vitarte, Callao y cuanto reducto obrero existía. Al final, la burguesía y Pardo tuvieron que ceder. El 15 de enero de 1919 se suscribió la resolución suprema reconociendo la jornada de 8 horas en todo el Perú.

Conquista que el neoliberalismo, entronizado desde los años 90, ha hecho polvo, pretendiendo en estos días, vía el paquetazo antilaboral, seguir engordando con la sangre, el sudor y las lágrimas, de los miles de hombres y mujeres a los que se les ha cercenado tan importante reivindicación, pero que están dispuestos - la convocatoria a las protestas de hoy lo demuestran- a decirle ¡basta! a los verdugos del pueblo peruano.

Por eso es que al inicio de estas líneas señalé: los trabajadores peruanos nunca han tenido alma de esclavo.

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