miércoles, 12 de diciembre de 2018

QUE NO SE REPITA LA HISTORIA


Los resultados del referéndum, que hoy todos celebran, no cayeron del cielo. Los verdaderos héroes, los artífices de los mismos, están en las calles, en las plazas públicas. Son los miles de miles de hombres y mujeres, de trabajadores, desocupados, jóvenes sin futuro, pueblos indígenas maltratados...que sensibilizaron al país sobre los efectos nefastos de esa gran plaga llamada corrupción. Los fiscales y jueces anticorrupción han cumplido un papel relevante al enfrentarse a la lepra en sus propias instituciones, al mandar a la cárcel a los poderosos de siempre, que gozan de licencia para robar, o al desnudar los alcances de la mugre; el presidente Vizcarra demostró habilidad y olfato para sacudirse, en esos aspectos, de las amarras fujimontesinistas y subirse al carro de la indignación popular; el periodismo independiente también se la jugó en esa peligrosa coyuntura...Pero los que pusieron la carne en los braceros, que duda cabe, fueron esas masas de ciudadanos anónimos y crónicamente olvidados o humillados por el capital y sus testaferros. El país sano y probo rugió en cada movilización dentro y fuera de nuestras fronteras, alentando la resistencia, la indignación, la protesta ciudadana. 

Pero ¡cuidado! la derecha cazurra y el propio gobierno - lo han anunciado en el último Cade- se han subido al carro de esa victoria de las multitudes para intentar convertirla en una especie de cheque en blanco, de supuesta autorización para desatar sobre el pueblo toda la voracidad, la angurria, del gran capital. 

¡Reforma laboral o muerte! por ejemplo, es lo que grita la derecha, moviendo a sus ideólogos, a sus peones de brega, para conseguir esa y otras grandes ventajas para los verdugos del capitalismo neoliberal:  mineros, petroleros, financistas, banqueros, agroindustriales.  "El gobierno ha obtenido un respaldo que excede el terreno de las materias consultadas y debe aprovecharlo", reza un editorial de El Comercio,  el diario de los grandes empresarios.

En esa línea merece toda nuestra atención el S.O.S. lanzado por la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), que en un comunicado reciente denuncia el violentamiento de la vida amazónica, convertida en un verdadero infierno por el uso, en la explotación de hidrocarburos, del terrible fracking, una tecnología prohibida en otros países, pero que en la selva peruana sigue empleándose, a pesar de que "Ya destruyó para siempre las cuencas del Marañón, Tigre, Corrientes, Amazonas".

Por eso es que, a contramarcha de los resultados del referéndum, que en otras latitudes hubieran provocado - por lo menos- colocar en discusión el cierre del congreso fujiaprista,  gran derrotado en el referéndum, el gobierno tiende puentes a este establo, a este búnker mafioso, para sacar adelante las reformas entreguistas y antipopulares que el gran capital está exigiendo. En términos crudos: la derecha, que apapachó y apapacha a los mafiosos, quiere servirse de los resultados de la consulta para superengordar sus faltriqueras. No hay razón por ello para bajar la guardia, para perder de vista, en medio de las celebraciones pascuales, las movidas y amarres de los operadores del capital. 

El camino es largo, el referéndum ya pasó, mantengámonos alertas para que no se distorsionen sus resultados, pero sobre todo para evitar que la burguesía se salga con la suya y emplee ese desenlace exitoso en justificativo para apretarnos más el dogal. Guardando las distancias: que no se repita la vieja historia:  el pueblo pone los muertos, los detenidos, los torturados, los perseguidos, pero es el gran capital y el imperialismo los que usufructúan finalmente de las gestas democráticas, populares,  labradas por las multitudes.

Hoy más que nunca se requiere separar la paja del grano. El pueblo tiene que seguir batallando contra la corrupción y los corruptos; pero al mismo tiempo tiene que hacer conciencia de que esa pelea tiene que darla en el desarrollo de su propio camino, de sus propias alternativas, de su propio futuro.

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