"Hay una alta dosis de cinismo detrás de los temas de la corrupción.
Y el cinismo lo que busca es que renunciemos a una lucha sostenida
contra las ratas del poder"
Raúl Wiener
Entre las múltiples lecturas generadas por la solicitud de asilo del ex presidente García en la embajada uruguaya, hay una en especial que quieren introducir en el imaginario popular: de que dicho requerimiento es similar al que Haya de la Torre - fundador y líder histórico del Apra- hiciera en 1949 y que le costó un confinamiento de 5 años en la embajada de Colombia, al negársele el salvoconducto que necesitaba para abandonar el país.
Para decirlo el términos coloquiales: no hay que mezclar papas con camotes.
Algunos analistas ya lo han manifestado: a Haya de la Torre se le perseguía por sus ideas y movidas políticas; a García, al igual que en los años 90, la justicia peruana lo requiere por corrupción, por delitos comunes.
Cuando en enero de 1949 Haya de la Torre decidió asilarse, traía en la mochila la sospecha de haber estado comprometido, al igual que todo el Estado Mayor del Apra, en el levantamiento de la marinería del Callao que se produjo el 3 de octubre de 1948, gobernaba el presidente Bustamante y Rivero; alzamiento que fue reprimido a sangre y fuego por el ejército y la aviación leales al gobierno, y que ocasionó que el Apra fuera colocado al margen de la ley.
Según Armando Villanueva, uno de los más conspicuos líderes del Apra (Léase La Gran persecución, trabajada al alimón con Guillermo Thorndike), la dirección de su partido no estuvo comprometido en esa insurrección; ellos, afirmó, estaban trabajando un levantamiento mayor para el 8 de octubre, que abortó - asegura- a causa del levantamiento de la marinería. Sobre este punto existe una controversia, no zanjada hasta el momento; pero diferencia que no impidió que sobre el Apra y su dirigencia se descargase todas las furias del poder de entonces. Primero fue Bustamante, y luego Odría que derrocó al primero a fines de octubre de 1948.
El Apra, es bueno que se sepa, emergió en los años 20 del siglo XX como un partido antioligárquico y antiimperialista. En otras palabras, no era un partido del orden establecido bajo el imperio del imperialismo norteamericano y de la vieja oligarquía azucarera, algodonera, minera...Con el paso de los años no solamente se amoldó al estado de cosas reinantes sino que se convirtió en un puntal del mismo, hasta devenir en el costal de huesos que es hoy...
En el año del alzamiento de los marineros el Apra y sus dirigentes conspiraban. Con razón o sin ella, pero estaban en esas movidas. Cercados por la policía, jaqueados por el terror de los esbirros de la dictadura, las cárceles limeñas se poblaron de marineros levantiscos, dirigentes, militantes, simpatizantes apristas. En este contexto, lo que quedaba de la dirigencia, acordó el asilo de Haya de la Torre, que ya literalmente no tenía a donde ir.
En los días que corren nadie persigue a lo que queda del Apra ni a sus desteñidos dirigentes, menos se asedia a García, como podría deducirse de sus altisonantes declaraciones. Lo que existe es un proceso de investigación fiscal contra quien fuera 2 veces del presidente de la república, involucrado - según las pesquisas- en la gigantesca corrupción montada por la empresa Odebrecht a nivel latinoamericano. El voluminoso dirigente debe responder a la justicia, como lo están haciendo Ollanta, Nadine, Keiko, PPK, Villarán, etcétera. Y esas supuestas responsabilidades nada tienen que ver con las ideas políticas malas, buenas o regulares que García haya adoptado.
Debe quedar en claro además, que el Apra en 1948 conspiraba; en el 2018, lo que queda de esa organización se mueve en los márgenes del sistema. El propio García, convertido al neoliberalismo, fue durante su segundo mandato uno de los pontífices de dicha corriente. Sus artículos sobre el perro del hortelano, publicado en el diario El Comercio, ratificaron su conversión total, aplaudida a rabiar por los dueños del gran capital y las transnacionales que operan a sus anchas en el país. No se olvide que fue el propio Vargas Llosa - que amenazó con investigarlo antes de las elecciones de los años 90- el que en las elecciones del año 2006 le dio el espaldarazo. Todo en nombre del orden establecido.
Desde entonces, sustancialmente, nada ha cambiado en el país en el orden económico y social imperantes. ¿Qué razón habría entonces para que los gobernantes de turno persiguieran a García si éste es uno de sus más caros apóstoles?
Lo que ocurre es que no es la primera vez que García tiene problemas con la justicia. La amenaza de Vargas Llosa en los 90 no fue una mera ocurrencia. La fiscal suprema Nelly Calderón y el juez supremo Hugo Sivina, como la comisión parlamentaria que dirigió Popy Olivera ( Léase el Caso García de Pedro Cateriano) saben perfectamente que el ex presidente debió ir a la cárcel por corrupto o si ustedes quieren por ladrón. El golpe del 92 le salvó el cuello. Se asiló en la embajada de Colombia, logró salir del país hacia el país del norte para luego marchar a Francia, donde esperó pacientemente que prescribieran los delitos de los que era acusado para volver al país.
Como más de uno lo ha dicho: la justicia no absolvió a García, sus delitos prescribieron...

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