El Perú tuvo que esperar 36 años para volver a un mundial de fútbol. La
desazón por el penal perdido por Cueva no puede cercenar esa alegría. El
fútbol es el deporte de los pobres: en cualquier terral son suficientes cuatro piedras o
ladrillos y ya tenemos los arcos. Y tiempos hubieron en que la pelota
era de trapo. El mismo ratoneo pícaro, gambetero, pendenciero, del equipo
que hoy juega en Rusia es una expresión fina, acabada, de los toques y
más toques que caracterizan el fútbol de
la calle, de los potreros, de los campos andinos y amazónicos. Y los
propios seleccionados, por más modelados que sean sus uniformes y
zapatos de fútbol, ayer o anteayer -salvo una que otra excepción-
deleitaban con sus genialidades las canchas polvorientas del país,
compartiendo helados, estrecheces, sueños, con las colleras que animan
los interminables encuentros de los barrios. El penal perdido por Cueva -en las alturas de Huamachuco aprendió a pelotear, al mismo tiempo que hacía suya la contradanza, célebre baile huamachuquino -
no hay que verlo con fatalismo. Messi mismo también acaba de perder un
penal. Los reveses, en el deporte o en cualquier otro quehacer social,
enseñan, ilustran, y pueden convertirse, si los asimilamos con
inteligencia, en la antesala de los éxitos. Por eso es que la expresión
¡levántate Perú! que ilustra la foto de un Cueva asistido por sus
compañeros, es muy motivadora para quebrar cualquier atisbo de pesimismo
en la hinchada bicolor. Asimismo, esa exhortación puede ser aplicada en
otros campos, particularmente en el político, donde la derecha,
instrumentando mañosamente el entusiasmo generado por el mundial y la
participación en él de la oncena de Gareca, pretende tener las manos
libres para profundizar su política antipopular, antidemocrática y
corrupta. El fujimontesinismo, que ha convertido el congreso en su
chacra, es la fuerza antihistórica que a nombre del gran capital, está
utilizando el fútbol como la cobertura para sus desmanes. En ese
contexto, ¡Levántate Perú! es un llamado a perseverar en esa línea de
oposición de masas, multitudinaria, juvenil, democrática, que en las
últimas semanas está llenando las calles y plazas de la capital,
denunciando la corrupción, el entreguismo, la antidemocracia, el apoyo a
los grandes explotadores por parte de ese congreso, como también la
complicidad del gobierno de Vizcarra, que otorga o calla. Como en el
fútbol, los reveses enseñan. Es hora de que las fuerzas democráticas de
todos los sectores y de todos los colores conviertan esas debilidades en
fuerza, en preámbulos de victorias. (Foto de Efe).
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