sábado, 9 de junio de 2018

AJUSTÓN MAFIOSO


Bien se dice: entre mafiosos la guerra nunca termina. Kenji Fujimori y sus adláteres han sido expectorados del congreso. Su hermana, dueña y señora de las vidas y almas de la mayoría congresal, ha logrado sacárselos de encima, pero cual elefante en vidriería, destrozándolo todo. La contraofensiva del engreido del caco y sus compinches, no se ha dejado esperar. En la misma accidentada sesión -que concluyó a capazos con votación cuestionada- soltaron parte de su artillería desnudando las verdaderas intenciones políticas de la emperatriz: sus ambiciones desaforadas de poder, pero también las cuchipandas en las que están metidos. Fuera del congreso, en el plano legal, la réplica de Kenji no se ha dejado esperar: la choteada no tiene sustento, la normatividad - lo dicen los constitucionalistas- ha sido vulnerada, un juez probo puede devolverlos a sus curules.

Más allá de estos confines, la pelea dinástica  ha mostrado la precariedad del fujimontesinismo, no sus fortalezas, como algunos sostienen. En principio, porque el alejamiento de Kenji y sus seguidores dejó un forado de votos, que hoy, a lo bestia, quieren cubrirlo para mantener el control de su chacra congresal. La propia expulsión de sus otroras conspicuos miembros, los ha logrado con votos prestados y sus burdas maniobras para mantener su hegemonía, han vuelto a revelar su real catadura, dictatorial en esencia. Los accesitarios, convocados de urgencia, pueden resolverles sus aprietos numéricos, pero no el desgaste político sufrido, sobre todo cuando la calle harta de la hediondez congresal, está pidiendo multitudinariamente el cierre del establo.

El probable regreso del caco a prisión, ordenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dejaría formalmente malparado a Kenji, el gestor del indulto trucho. Pero realmente puede dar pie a una gran campaña de movilización ideológica y política que desestabilice aun más las posiciones del fujimontesinismo en su conjunto. No por algo el caco y Montesinos son los líderes históricos, los fundadores de esa corriente mugrosa, a los que el fujimontesinismo reivindica. La calle que tronó contra el indulto tiene aquí la voz cantante. Pero desde el interior del establo pueden también, como está ocurriendo, escucharse voces que se sumen a esa cruzada de limpieza ideológica. Bastará que se recuerde que los representantes del pueblo no van a parlar a un parlamento burgués, van a convertir esos espacios en trincheras de lucha, de deslinde, de confrontación, de señalamiento de derroteros.

 

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