domingo, 20 de mayo de 2018

QUIEREN HACER CAJA Y NADA MÁS


Desde que tengo uso de razón, los gobiernos que quieren hacer caja apelan siempre al expediente fácil de clavarle más impuestos a los cigarrillos, a las bebidas, a los combustibles...Para hacer ello no se necesita haber pasado por las mejores facultades de economía del mundo, como tampoco mostrar mucha imaginación. Al final, los de abajo son los que pagan pato y los de arriba, los que parten el jamón, siguen gozando de exoneraciones tributarias, devoluciones... y otros privilegios que les otorga el hecho de ser los grandes dueños del capital. El que puede, puede, sobre todo si los gobernantes, como ocurre en este caso, son sus chocheras, a pesar de que se esmeren en decir lo contrario.

Para pasar piola, en esta oportunidad, el señor Vizcarra y sus ministros nos han sacado de la chistera un mensaje que creo no convencería ni a mi abuela si acaso estuviese viva: la suba del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) persigue disminuir los efectos de la obesidad, del consumo de alcohol o del cigarrillo, plagas sociales de alto costo para el Estado.

En principio, la obesidad y el sobrepeso que le prepara la cama - lo dicen los especialistas- no obedecen únicamente a la ingesta de aguas gaseosas, como se está presentando. De por medio está el consumo de la comida chatarra, ultraprocesada, y de la falta de actividad física. Hasta donde sabemos no hay campañas sistemáticas y sostenibles - adecuadamente programadas- que nos lleven a quebrar esa expansión en el consumo de chatarra y la vida muelle de chicos y grandes. 

Si para el tema del etiquetado de estos productos, alertando sobre su peligrosidad, están dando un millón de vueltas por los intereses en juego, imaginemos los callos que se tendrían que pisar para implementar realmente una campaña contra la obesidad y el sobrepeso.Y hasta donde vemos este gobierno no tiene la menor intención de pisarlos.

En esa misma dirección, reducir el número de seguidores de Baco, cuando se tiene más de un millón setecientos mil adictos al alcohol - los datos son de Cedro- o, una enormidad de muchachos que sin llegar a los 20 años ya han empinado el codo, ya sea por haber ganado un partido de fútbol, en las fiestas patronales, o simplemente para empilarse en sus arrestos amorosos, no es un asunto de tributos más o menos. 

En los últimos tiempos,en un mercado abierto, el consumo de bebidas espirituosas se ha ampliado y diversificado en todos los espacios sociales. No solamente se bebe la tradicional cerveza - de la que dicho sea de paso hay de todas las marcas y de diversas procedencias- sino que el pisco, el vino, el ron, el wisky y el vodka, entre otras, son ahora bebestibles que están a tiro de piedra. La competencia porque se amplíe las preferencias por tal o cual trago está en el orden del día, y los abrevaderos, a todo nivel, se han multiplicado en Lima y provincias. Y conste, además, que según las cifras de Cedro, hombres y mujeres hoy beben parejo...

¿Esa inclinación por empinar el codo, en franca expansión en el Perú, lo resolveremos aumentando el impuesto al consumo de alcohol? Lo dudo. Si sumamos todas las veces que los gobiernos han tenido como blanco tributario las bebidas alcohólicas, Cedro no existiría, porque hace rato que seríamos un país de abstemios. Y como sabemos, ello no es así.

Lima, 12 de mayo de 2018

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