viernes, 18 de mayo de 2018

PAOLO NO SALVARÁ EL PERÚ


Lo siento campeones, pero hay que decirlo con todas sus letras: Paolo Guerrero no salvará el Perú.

La derecha lo sabe, pero con alevosía y ventaja nos da Paolo en el desayuno, en el almuerzo, la comida y en la madrugada.

Y mientras nos emboba, ¡zas! la enyucada, en gran forma y brillante estilo.

Ya nos almorzaron con el impuesto a las gaseosas, cervezas... para guarecernos de la obesidad y de las enfermedades cardiovasculares, dicen, dorándonos la píldora; pero realmente para blindarles las faltriqueras a los que gozan de suculentas exoneraciones y beneficios tributarios: los mineros, agroexportadores, universidades que lucran con la educación,...

Si realmente les interesara la salud del pueblo hace rato que le hubieran sacado tarjeta roja a los industriales de comida chatarra, en todas sus variedades; pero no lo hacen, pesan más sus encompinchadas.

Ahora nos salen con que piensan clavarle impuestos hasta a los malabaristas que entretienen choferes en los semáforos. Lo ha dicho el ministro de economía con todas sus letras y aunque el premier haya salido nerviosón a decir que no es cierto, lo real  es que ese proyecto está en cartera, madurando, la orden viene de afuera, de los organismos internacionales.

De la lucha contra la corrupción, más es el ruido ahora que las nueces. Se sadiquearon con los Humala, mientras los tiburonazos sigue en la gloria, disfrutando... maquinando para sacarse de encima al juez Carhuancho, al que no le tembló la mano para meter en chirona a los más más de la política y la economía, comprometidos hasta el cuello con la corrupción.

Ahora lo quieren devolver a su sitio de origen. No lo van a chotear del poder judicial, simplemente lo quieren meter en la refrigeradora. Es un peligro para el poder, un pésimo ejemplo, lo mismo que los fiscales que se atrevieron a husmear hasta en los calzoncillos de empresarios y políticos.

Entretanto, los prontuariados ganapanes del congreso ¡gozan de la vida!  Ese es otro estado, ahí manda la patrona y  sus secuaces. ¿Austeridad? No conocen esa palabra. La Comisión Lava Jato, por ejemplo, organizada para cubrirle la espaldas a los tiburonazos, hace humo el billete, porque según su responsable, "llegar a la verdad cuesta"...

Y es en ese chiquero, coto de caza de malandros de todo tipo, donde los sectores ultramontanos han sentado sus reales. Es la cocina del fascismo, del pensamiento vertical, de los misóginos y machistas, de los traficantes de la memoria, de los que quieren el ojo por ojo: fusilando, torturando, quemando, buscando explotar - como sucede con la castración química- la cólera, la indignación, la repulsa e impotencia de los sectores populares ante  los violadores y asesinos de niños.

En ese antro la palabra género está prohibida, como vedado está hablar de matrimonio homosexual, aborto, de derechos plenos de la mujer, porque el hombre es el centro del universo.

No es raro que en esa cueva se haya cocinado la última embestida contra el Lugar de la Memoria, reducto ético y democrático donde la ciudadanía puede reflexionar sobre la guerra interna de los 80. La caverna quiere institucionalizar su propia narrativa de esos luctuosos sucesos, en la que todo gira en torno a ladrón y asesino, a sus secuaces que nos gobernaron en esos infaustos años, a los que quieren meter, en letras de molde, en la historia oficial del país.

En el mundial del 78, los militares genocidas que gobernaban Argentina, aprovecharon el mundial y el título de campeón, para camuflar sus crímenes. Los gobernantes actuales del Perú, la derecha a la que sirve, no se quieren quedar atrás. El drama deportivo de Paolo, el gran capitan, les cae como perilla para meternos gato por liebre.

Como hinchas, apoyemos a Paolo, ejemplo de pundonor y verguenza deportiva. Como ciudadanos no dejemos que trafiquen con su figura, en manos de quienes quieren convertirlo en opio adormecedor de conciencias y rebeldías.


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