martes, 19 de diciembre de 2017

PAGANDO PATO

 
PPK está con las horas contadas. Haga lo que haga, diga lo que diga, todo será en vano. Su suerte está echada. El aprofujimontesinismo y sus tontones útiles del Frente Amplio lo han convertido en un rufián, que irá a la guillotina por usar el poder para llenarse los bolsillos, como si esto fuera algo extraordinario en el Perú de la actualidad. En otros términos, lo que sus verdugos nunca dirán, porque no les conviene hacerlo, es que PPK ha hecho -bajo el paraguas del neoliberalismo- lo que es una práctica común en el capitalismo nativo, en la relación entre burguesía, tecnócratas y Estado.
 
Roque Benavides, amo y señor de la Confiep, lo acaba de decir con todas sus letras: el presidente ha cometido un error, por eso no pueden vacarlo. Por eso también es que la señora Aráoz, que sabe de estas cosas por su experiencia de tecnócrata y ministra, ha calificado de ligereza lo actuado por el presidente y punto. Y la mismísima Lourdes Flores, abogada de grandes empresarios, ha sido también explícita: ¿por lo que podría ser una conflicto de intereses lo van a vacar? se ha preguntado en voz alta.
 
El propio PPK jura y rejura que no ha hecho nada malo, que no es un corrupto. Claro, bajo la lógica empresarial de nuestros días no le falta razón. Lo que ha hecho se hace todos los días, desde el ejecutivo o desde el legislativo porque es una práctica habitual, consentida. Las leyes, los planes de emergencia, las disposiciones en uno u otro sentido, -mil veces denunciadas como entreguistas, antipopulares, extractivistas, depredadoras del medio ambiente, etc etc- siempre tienen un norte, que en la mayoría de los casos no es precisamente el interés del país o de los más necesitados. Intereses que se expresan abiertamente, como lo hacen los legisladores que activan a favor de las universidades particulares,  o que se trabaja bajo cuerda.
 
Para eso existen el lobby, la puerta giratoria o la captura del Estado por el gran capital y las transnacionales a través de sus operadores de turno, que pueblan los ministerios o los parlamentos del país donde se actúa. Odebrecht refleja esa práctica, que se ha desbordado por todos los poros del capitalismo internacional y nativo, pero que es, repito, el pan nuestro de todos los días en la relación entre el gran capital y el Estado. Los verdugos de PPK lo saben. En los años de la dictadura fujimontesinista, es más, con la constitución del 93 se le dio carta de ciudadanía.  Y si algo fallaba, para eso estaba Montesinos y la salita del SIN, por donde desfiló la flor y nata del empresariado peruano.
 
No se hagan los sordos ni los ciegos. El gran capital financia las actividades electorales de los partidos proempresa y después suele pasar la factura, con buenas o malas artes. El lobista o el tecnócrata, que hoy trabaja como ministro o asesor, en los hechos es un operador de ese gran capital, que cuando deja el ministerio, vuelve a la empresa privada, local o internacional, a la que sirvió con diligencia y esmero. La caída y el encarcelamiento de la dupla maligna: Fujimori y Montesinos, no liquidó ese accionar, forma parte de ese intocado primer piso del que hablaba el hoy perseguido Toledo.
 
Francisco Durand, el investigador de la Católica que conoce al dedillo estas tramas, ha escrito:
 
"El lobby que sigue a la financiación de campañas no solo se ejerce para defender la lógica de libertades de mercado donde operan las empresas...sino también para lograr del Estado rentas (ingresos que les permiten ventajas) protecciones (de la competencia extranjera, o del dumping cuando ocurre  la competencia desleal), amnistías (principalmente tributarias) y privatizaciones de recursos materiales del Estado (terrenos, empresas públicas, concesiones extractivas" ( Los doce apóstoles de la economía peruana, PUC, Lima, 2017, p. 69)
 
Por lo dicho,  el ajusticiamiento de PPK, no pasa de ser un engranaje del golpe de estado que se está desarrollando ante nuestros ojos para beneficio de las mafias de todo color que están empujando el guillotinamiento. El botín se llama presidencia de la república, Tribunal Constitucional, Ministerio Público, los entes que además de la marmaja garantizarían la impunidad de quienes están comprometidos con la corrupción, el  lavado de activos, el narcotráfico y prebendismos de todo tipo. La democracia para estos pillos es un estorbo, por eso es que gustan de las dictaduras o de los regímenes autoritarios. Los golpes blancos -antes lo eran los militares- gozan ahora de sus preferencias.
 
Un decir: para que la choteada de PPK  deje de ser un componente de ese plan, el aprofujimontesinismo y sus tontones útiles deberían de empezar poniendo en cuestión el orden económico vigente y la lógica que lo dinamiza, en cuyo marco el gran capital y sus tecnócratas se mueven como peces en el agua, al estilo Odebrecht; del cual PPK y la gran burguesía dominante se han beneficiado largamente, en el contexto de las leyes que les favorecen,  o sencillamente al margen de ellas.
 
Ello es un imposible. Los verdugos de PPK, especialmente el fujimontesinismo y la mañosa bancada aprista, lo saben perfectamente. El colorao está pagando pato, la propia derecha a la que sirvió, muy pragmática por cierto, ha comenzado a tirar de la alfombra y a rodear a su posible sucesor, antes que las olas alcancen una mayor dimensión.

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