ANDREA CABEL
La memoria no puede ser una provocación
José Carlos Agüero
No hay nadie que pueda hablar de la “artesanía del tormento” o de la
tortura –o la poetización de los efectos del poder sobre los cuerpos-,
como José Carlos Agüero[1].
No hay nadie como él para hablar con tan exacta y dolorosa belleza
sobre la “poética de los restos” que es a lo que quisiera referirme en
este momento en el que es tan difícil decir algo que no sea obvio o no
se haya dicho ya, sobre el indulto al ex presidente Alberto Fujimori.
Porque sobre este tema, todo peruano medianamente consciente de la
gravedad del hecho, ha opinado y ha dicho algo relevante. Al respecto,
las opiniones en masa señalan que es injusto con las víctimas que fueron
directamente asesinadas en su gobierno: específicamente hablamos de los
crímenes de Barrios Altos y La Cantuta, por ejemplo. Otros señalan que
este indulto o “perdón médico” es un canje, y que por ello, es
indignante, porque el 9 de junio del 2016 cuando se lo preguntaron en
“Semana económica” PPK dijo claramente que “no” iba a indultar a
Fujimori[2],
y porque luego, el 22 de julio del 2016 dijo, saludando a una cámara,
con confianza, “yo no doy indultos”. Afirmación que luego reafirmó a los
pocos días, el 25 de julio del mismo año, cuando dijo claramente: “Él
[Fujimori] tiene el derecho a pedir el indulto, yo no lo firmaré”.
Finalmente, este año, el 22 de junio, PPK claramente hizo la relación
entre el indulto humanitario y la política, es decir, aludió al canje y a
su imposibilidad, luego, se contradijo en sus propios actos. Quiero
acogerme al primer grupo de críticas sobre este indulto, aquel que lo
comenta desde la indignación por la memoria de las víctimas de Fujimori.
Quiero hablar desde ahí, a los que están festejando la “justicia” que
se ha efectuado con el “perdón” a una supuesta víctima y lo quiero hacer
desde lo que me parece más preocupante en este reclamo: que se pierda
de vista o que se trate secundariamente el hecho de que un resto, es
decir, el reclamo de los familiares, sea tratado como un excedente, o
digamos, simbólica, metafórica y materialmente, como basura. Algo que
José Carlos Agüero elabora como la “poética del resto”. En ese sentido,
mi texto no solo es un intento por la –saludable– indignación que leemos
en diversos textos de Arendt, sino que es una defensa por el fragmento,
por lo que nos ha quedado, por ese pedazo físico o mental del otro que
fue asesinado, torturado, desaparecido y del que nos ha quedado
“algo”.
“Artesanía del tormento”, expresión a la que he aludido en la primera
línea de este texto, es una expresión sutil, dura, y profundamente
cruel, que Agüero utiliza en su libro Persona (FCE, 2017) para
referirse a como se ejerce un oficio paciente, perfeccionable siempre,
como el del orfebre, que hace de una tortura, un sello personal, además,
hecho a mano. Eso hizo Alberto Fujimori durante sus mandatos y lo
sabemos todos. Negarlo es como negar las vinculaciones del grupo Colina
con la cúpula militar y con el presidente de entonces, el ahora
perdonado, Fujimori. Negarlo es como negar esta información cuando la
conocemos porque quienes la dieron fueron los propios agentes de
inteligencia que formaron parte de este grupo criminal. Negarlo sería
como negar lo que afirmaba Alberto Flores Galindo en su ensayo, “La
tradición autoritaria: Violencia y democracia en el Perú” (Lima, 1999),
que el Perú es un país en el que “unos son más iguales que otros” (12),
porque Jaime Ramírez Pedraza, un preso que pidió un indulto humanitario
tres veces, nunca lo obtuvo, a pesar de tener esclerosis lateral
amiotrófica (ELA), y pasó sus últimos años en el Penal Castro Castro con
una parálisis completa y murió en octubre del 2012 tras 16 años en la
cárcel privado de los cuidados mínimos necesarios para tener calidad de
vida, mientras que Fujimori podía tener un celular en su cárcel y llamar
a cada uno de sus congresistas -comenzando por Vilcatoma-, para hacer
política, para pedirles que no voten por la vacancia de PPK. Las
diferencias son lacerantes[3].
Lo que duele de las diferencias que in-forman, que dan forma a la
geografía emocional, histórica y actual de nuestro país y que se
manifiestan en este indulto son las negaciones que sostienen a este
“perdón”, específicamente: la negación de que los cuerpos destruidos, de
que los restos de esos cuerpos, sus sobras, puedan significar, es
decir, tengan derecho a ser algo que habite la memoria, y que dejen de
ser únicamente “polvo torturado” (Agüero, 124), o marcas de impunidad,
que tengan el derecho a dejar de poblar los mapas de invisibilidad, que
las falanges u otras partes de los cuerpos que las víctimas conservan de
sus seres queridos, signifiquen algo per se y ocupen un lugar con
propia entidad. O, dicho en las propias palabras de la Persona de Agüero, que se entienda y se signifique en toda su potencia que “lo destruido no es un excedente sino que es “completamente” algo”
(19, énfasis mío). Gisela Ortiz en su artículo señala lo siguiente: “La
desaparición forzada es una tortura constante, que se acrecienta día a
día. Nosotros tenemos a cinco desaparecidos cuyos cuerpos no han sido
devueltos después de los juicios ni se ha hecho mayor gestión para
buscarlos”[4].
Gisela habla por las víctimas directas de las políticas brutales de
Fujimori, los desaparecidos, torturados (niños, mujeres, hombres), y de
las otras víctimas, que son los familiares de estos, que han convivido
durante 25 años, desde el 18 de julio de 1992, luchando “porque se haga
memoria sobre estos graves delitos, porque se señalen a los culpables
para que estos hechos no se repitan nunca más (…) dedicando gran parte
de nuestra vida para recuperar los restos de nuestros familiares y llevar a prisión a sus asesinos.” (énfasis mío)
Es a ello mismo a lo que apunta la indignación que Agüero escribe con
belleza: él no solo habla de los que desaparecieron, sino de los que
aparecieron a medias, o aparecieron mezclados con otros en forma de
tierra, él habla de la paradoja del resto, del consuelo, de la
vulgaridad a medias del resto, cito:
Los familiares ven caer los últimos gramos de tierra de lo que fueron
personas. Formando qué. ¿La esencia de alguien? Es todo por hoy. Ya se
los pueden llevar (…) Uno de los familiares junta con las manos lo que
cayó sobre la mayólica local forense (…) Antes le han dicho: no es
seguro que esos restos sean solo los de su pariente. Piensa: pueden ser
“muchos” en esos cien gramos: una comunidad.” (17-8).
Los restos no son simplemente restos, no son basura, ocupan un lugar,
“se demuestran solos” (19) y el “perdón” que se le ha otorgado a alguien
de quien es imposible comprobar un arrepentimiento, a alguien que no es
una víctima, a alguien que, de hecho, no tiene ni demuestra ningún
interés en proponer nuevas formas de relaciones, y, en ese sentido, no
sale de los prejuicios que lo enturbian, es decir, no se propone
siquiera como “rendido”[5], es absolutamente incongruente con lo que es necesario
recordar y hacer ahora, en nuestro presente: que nuestro país, nuestra
ciudad se hace necrópoli moral. Lo que podríamos hacer es plantearnos
preguntas, cambiarnos de lugar del tablero, salir de la comodidad de
regalar perdones a mentirosos asesinos, y respetar el dolor del otro,
acogerlo como propio, habitar una lengua sin orgullo, apelar, en todo
caso, por un poco de humildad, y preguntarnos quizás, si “la identidad
nos plantea una pregunta moral: ¿somos iguales? ¿Somos iguales a
nosotros mismos? ¿Buscamos iguales para formar nuestra comunidad o para
ampliarla? (171) Creo que los fujimoristas dieron su respuesta. El resto
de peruanos, que somos mayoría, podemos dar otra.
[1] José Carlos Agüero fue presentado en una entrevista en Canal N como “hijo de terroristas”, así de “simple”. Yo lo presento como historiador, activista de temas derechos humanos, profesor (al menos mío), poeta, pensador, investigador de temas de violencia política y memoria histórica y amigo.
[2]
“Entre mis defectos jamás pero jamás he tenido la deshonestidad” PPK y
sus frases sobre los indultos,
ALTAVOZ.https://www.facebook.com/DiarioAltavoz/videos/1727911120586668/?hc_ref=ARQO7ltIZ87E5FgcKoek6VDYjzh44CeGm_5cRkBheTpcvW-IebZLzSo8kBdtvz6Issk&pnref=story
[3]
Nicolás Lúcar –¡quién diría!- en su programa en Exitosa noticias
demuestra que el día 11 de diciembre el INPE le pide al Min. De Salud
que nombre una junta médica penitenciaria para el caso Fujimori, el 12,
el Min. de Salud constituye dicha junta con 3 médicos que son
notificados el mismo día, el 13 se constituye la junta formalmente y
piden toda la información y archivos sobre el caso Fujimori, pero sucede
que Alberto Fujimori NO HABIA SOLICITADO AÚN EL INDULTO, recién el 14
Fujimori lo pide y firma el documento. Y el sello de la comisión sale el
15 recibiendo el documento. Es decir, que recién se admite en trámite
el 15, aunque desde mucho antes y en silencio y complicidad total ya lo
estaban “tramando”, de ahí su carácter “express”. Puede verse el video
de Lúcar aquí: https://www.facebook.com/Anidanirak/videos/1362057183905114/?hc_ref=ARRn...
[4] Artículo de Gisela Ortiz: http://idehpucp.pucp.edu.pe/opinion/indulto-insulto-la-memoria-las-victi...
[5] Lectura de Obregón sobre el concepto de “rendido” de Agüero. Se encuentra en el “Colofón” de Los Rendidos
Publicado en NoticiasSER.pe del 27 de diciembre de 2017
Publicado en NoticiasSER.pe del 27 de diciembre de 2017

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