viernes, 1 de diciembre de 2017

ALIANZA CRIMINAL


Las apestosas excrecencias de la burguesía peruana, siempre ocultas bajo un mensaje grandilocuente y atarantador, van quedando al descubierto.

Los hallazgos de los fiscales peruanos, que demuestran el encompichamiento de empresas como Graña y Montero con el hampa brasileña aglutinado en Odebrecht, dejan en la lona a una burguesía que se marketeaba como el ya no ya del empresariado nativo.

Los mismos jerarcas de Odebrech, dispuestos a aminorar sus condenas, le han tirado dedo a sus socios peruanos. Según el semanario de Hildebrandt han terminado embarrados los más más de las 5 constructoras más importantes del país, todos ellos dueños de deslumbrantes apellidos.

Siempre según el citado semanario, dichos empresarios comprometidos hasta el cogote con las chanchulladas de los brasileños, serían:  José Alejandro Graña Miró Quesada, Hernando Graña Acuña, Gonzalo Ferrero Rey, Fernando Martín Camet Picone y José Fernando Castillo Dibós.

Con Odebrech, esos empresarios cerraron un "pacto criminal". Los delitos cometidos, según la fiscalía, serían de colusión y lavado de activos, para de acuerdo a esa alianza sobornar a los operadores de sus siniestros planes.

Más de uno se sorprenderá con esas revelaciones. Sobre todo porque los ojos, no sin razón, han estado centrados en los peones de la mafia, enquistados en los partidos políticos sobre todo de la derecha, pero también en algunas tiendas de izquierda. Los hallazgos, sin embargo, no hacen sino confirmar que la burguesía peruana, a la hora de llenar sus arcas, no tiene escrúpulos.

Durante los años 90, esa burguesía fue el sostén social de la dictadura fujimontesinista. Luego de dejar en el aíre a Vargas Llosa y su movimiento, pasaron a ponerle el hombro a la dupla Fujimori-Montesinos, mientras que bajo el paraguas del neoliberalismo - con sus tecnócratas en primera fila- se alzaban también el santo y la limosna.

Que el país se ensangrentaba, que los trabajadores perdían todos sus derechos de sendos plumazos, que la dupla siniestra a vista y paciencia de todo el mundo hacía del Estado su pila de agua bendita, que con el golpe de Estado del 92 se liquidaba la democracia, que la prensa basura hacía escarnio de la imagen de la oposición política, que la imagen del Perú en el exterior se deterioraba a pasos agigantados, que se esterilizaba por centenas a las mujeres peruanas... Nada, nada de ello le interesó a esa burguesía. Primero estaban sus negocios.

Cuandso el pueblo arrojó del poder a la dupla criminal y se restauró la democracia, la burguesía le alfombró el camino a Toledo, luego a García, y posteriormente a Ollanta. En las últimas elecciones presidenciales, como es su conducta tradicional, apostó por PPK, pero también por Keiko Fujimori. Al igual que a los chinos de los tiempos actuales, a esos empresarios no les interesa el color del gato, lo que les interesa es que atrape ratones.

La burguesía nativa y sus operadores políticos e ideológicos siempre han actuado así, desde los tiempos del guano y el salitre, cuando se echaron las bases del capitaliosmo en el Perú.




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