viernes, 4 de agosto de 2017

NEGOCIOS SON NEGOCIOS



El viejo Engels, tantas veces negado y enterrado, escribió en 1892: "...una república burguesa es una república de hombres de negocios capitalistas en que la política es tan sólo una operación de negocios como cualquier otra". Referencia oportuna creo para entender la verdadera naturaleza de la administración PPK. A éste, bien sabemos, se le reclama desde la derecha y desde algunos sectores de la izquierda, que "haga política"; demanda que se ha acrecentado después del reencauche de su gabinete y de su discurso por Fiestas Patrias. Dichos grupos o analistas no quieren entender lo que PPK nunca ha ocultado: que es un banquero, un hombre de negocios, un lobista, un burgués, cuyo raciocinio, esté en el Perú, en la China o en Inglaterra, está atravesado por la lógica del mercadeo, del negocio, de la obtención de la máxima rentabilidad, de las sumas y restas,  de los costos y beneficios, y donde la ética y la moral son simplemente paparruchadas.

Esa ha sido siempre su política, como inversionista a secas o como hombre público. Por esto es que su gabinete, a diferencia de otras administraciones, es en lo fundamental una suma de tecnócratas que operan como gerentes de una empresa llamada Perú y que suponen estar por encima del bien y del mal. Es más, la preeminencia que alcanzan hoy figuras como las señoras Molinelli  y Aljovín o el nombramiento como embajadora en el Reino Unido de la señora De la Puente, todas ellas reconocidas lobistas con desempeños públicos controvertidos, responden a esa lógica empresarial de alto nivel.

Lo que se busca con ellas es darle más fuerza al carro, más empuje a los negocios, al destrabamiento de los proyectos reclamados por la gran burguesía peruana y las transnacionales y en cuyo contexto reclamos salariales, de condiciones de trabajo,  de salvaguarda del medio ambiente o de cumplimiento de disposiciones del tipo de la consulta previa, o de la defensa de los derechos humanos, deben supeditarse a los objetivos de los grandes negocios. 

Lo acaba de revelar el premier Zavala. La banquera De la Puente, afirma, ha sido nominada con el propósito de buscar un nuevo acuerdo comercial con el Reino Unido, que está retirándose de la Unión Europea. "Lady Su", como coloquialmente la suele llamar PPK,  tiene un pasado de negocios bastante discutible, especialmente por sus movidas en el Perú en los años 90 donde pesaron sus relaciones nada santas con el fujimontesinismo, al que blindó particularmente en el tema de los derechos humanos.

Desde la óptica de PPK nada de ello es relevante. En su lógica tengsiaopinista, no debe  interesar el color del gato, lo importante es que cace ratones...

Con esa óptica se explican también sus relaciones con el fujimontesinismo, el apoyo que le brindó a la ahora jefa de la bancada naranja en las penúltimas elecciones presidenciales, o el aval explícito que le da al indulto del inquilino de la Diroes, a quien, dicho sea de paso, admira, como lo ha confesado más de una vez.

A ese tipo de personajes, finalmente, no se le puede reclamar autocríticas en el verdadero sentido del concepto que entraña. Una autocrítica supone admitir errores, buscar sus causas y corregirlos en los hechos, no solamente de palabra.  No se trata de simples golpes de pecho, ni de poses para la platea. PPK y sus tecnócratas, que han hecho del neoliberalismo una fe, un credo, una religión, van a morir en su ley: en la vida, al igual que la mayoría de neoliberales que circulan por el mundo, van  a cuestionar los fundamentos de sus creencias, que son las que subyacen en el fondo de los problemas económicos y sociales del país.

Parafraseando a Stiglitz, el premio Nobel,  economistas como PPK y su cogollo son los que le facilitan a los banqueros, políticos y reguladores la ideología que les conviene, según la cual las prácticas y acciones que llevan a cabo van a redundar "en beneficio de todos". En el Perú, desde los años 90, con Fujimori y Montesinos, se predica ello. La vida, los hechos, que son los que finalmente cuentan, nos dice que eso no es así.

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