miércoles, 14 de junio de 2017

INCIENSO Y MISOGINIA


A mi que me registren, pero en ese entripado del ex cura Arana con Verónika y sus chicas, hay olor a incienso de parroquia provinciana, pero mucho hedor a una misoginia ramplona y cavernaria.

Arana y sus chicos malos no atracan por nada del mundo que haya un liderazgo femenino que sea capaz de mover multitudes y conmover las conciencias de los olvidados de siempre.

Las últimas elecciones presidenciales, como bien lo ha graficado ayer el profesor Manrique, desnudó la precariedad electoral de Arana en Cajamarca, su habitat, ante una locomotora como fue Verónika, que a nivel de país, estuvo a un tris, con sus más de tres palos de votos, de dar un batacazo presidencial.

Una de las características de los misóginos es la de no aceptar liderazgos femeninos, sea cual sea el escenario que se trate. Y Verónika realmente desbancó al ex cura, primero internamente, porque se  llevó de encuentro al mismísimo dueño de la pelota. Para después, en la  contienda electoral, dejarlo prácticamente como palo de gallinero.

Lo mismo está pasando con la Glave en el congreso. Si se aplicara una encuesta entre Arana y Marisa Glave, los resultados serían también adversos para el cajamarquino. La ex regidora, además de una simpatía innata, tiene más vuelo, más manejo conceptual y político, más agallas y fuerza para el deslinde y la confrontación. Lo demostró largamente en el municipio capitalino, lo ha ratificado en el congreso.

El misógino desvaloriza a la mujer y la ubica, en su cabecita loca, en los extramuros de la cultura. Cuando el congresista Morales, hechura de Arana, escondido tras las faldas de su madre, le dice a la Glave que es una chismosa y mentirosa, de facto, además de ningunearla, la está pateando, la está agrediendo.  Ese Morales, que no sé a quien le habrá ganado, se ubica así en el mismo nivel de quien o quienes, desde los mismos cuarteles de Arana y a través de las redes sociales, han llegado al extremo de calificar de puta a la Glave.

Con esos antecedentes, particularmente por el nivel de retrete que ha alcanzado la confrontación interna en el Frente Amplio, nada bueno puede ya esperarse. La ruptura está en el orden del día. A un lado quedarán Arana y sus chicos malos, como en el club de Tobi; y del otro la Mendoza, Glave, Huillca y Pariona, entre otros, dando vida a un liderazgo femenino que ya está dando tanto que hablar, que hasta las caretas de los misóginos han caído por el suelo.


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