lunes, 8 de mayo de 2017

¡QUÉ CONCHA!


Los viejos de mis tiempos juveniles decían, cuando se daban con un sinverguenza a forro, o lo que es lo mismo con un conchudo de polendas: "Este se maneja una concha más grande que la del Campo de Marte". Hacían alusión a la Concha Acústica del Campo de Marte, en el distrito de Jesús María, construida especialmente para espectáculos culturales cuyo tamaño, para esos tiempos, era inusual.

Lo mismo podemos decir del congresista Galarreta, que a todo pulmón, le acaba de espetar al presidente PPK que indultar al viejo Fujimori -encarcelado en la Diroes por ladrón y asesino- es un acto de "valentía". No hacerlo, se deduce, sería una cobardía.

Con su grita, Galarreta pretende zurrarse sobre la decisión de los jueces peruanos, que en un proceso limpio de polvo y paja -salvo para el fujimontesinismo- mandaron a la cárcel al caco, por sus robos y por crímenes de lesa humanidad; crímenes, para los cuales, de acuerdo a la normatividad internacional sobre derechos humanos no hay ni prescripción - oído a la música por la matanza de El Frontón- ni indultos.

No es entonces un tema de valentía o no, sino de respeto escrupuloso de las decisiones de los tribunales y de las leyes, con mayor razón si de un Estado de Derecho se trata, que la propia derecha dice salvaguardar.

Para estos conchudos, además, es muy fácil hablar de valentía en defensa de un sujeto que en más de una oportunidad - como presidente- nunca dio muestras de coraje para enfrentar situaciones en las que tenía que arriesgar el pellejo. ¿Cuantas veces se refugió este señor en la embajada de Japón en Lima, mientras sus perros de presa limpiaban el escenario de dificultades? ¿La renuncia por fax a la presidencia de la república y su asilo en Japón no fue acaso la más alta demostración de cobardía?

Repito: como decían los veteranos de mi tiempo, ese Galarreta y sus secuaces se manejan una concha más grande que la del Campo de Marte.

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