En este 1 de mayo, vaya mi abrazo fraternal a todos ustedes,
trabajadores manuales e intelectuales, amasadores cotidianos del pan y
la belleza. Afrontamos tiempos duros, de resistencia a quienes gustan
siempre vivir de las precariedades de nuestras vidas. Pero ya
sobrevendrá el sereno, la hora del hombre y de su mirada con pantalones
largos, en la que como decía Oquendo de Amat, se soltarán las amarras de
los árboles, volarán las rosas y se construirá otro cielo...¡Viva la
fiesta universal de los trabajadores!
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