lunes, 15 de mayo de 2017

¡AHORA O NUNCA!


Pese a las morisquetas de la emperatriz y de un sector de la derecha que todavía deshoja margaritas, las capas más rancias y achoradas de la misma, incluyendo a sus opinólogos, tecnócratas y operadores políticos, ha comenzado a trabajar a todo vapor en pro de la viabilización de un habeas corpus a favor del inquilino de la Diroes. ¡Ahora o nunca! es la consigna, a sabiendas del poder que se ostenta: el control del congreso, el enraízamiento empresarial, la fuerza mediática, la debilidad del liberalismo burgués, etcétera, todo lo cual puede influir en el temperamento de los jueces que tengan que decidir sobre ese recurso legal, o en aquellos cuya influencia puede ser clave a la hora de suscribir o no una resolución.

Ese habeas corpus no se opone a la posibilidad del indulto. Ya lo ha advertido un ex magistrado afín a la bancada naranja. En otros términos hay dos planes en juego. El más visible es el de la presión política, a lo bestia, contra el frágil PPK, en cuyas filas hay quienes sueñan con la libertad del caco y asesino, supuestamente - o ingenuamente- para ganar gobernabilidad. El linchamiento y forata de los ministros del presidente es parte de esa estrategia. Mientras tanto se sueltan encuestas, pareceres legales, denuncias reiteradas contra los jueces que condenaron al viejo Fujimori...ablandando ideológica y psicológicamente a la opinión pública. 

Esa disyuntiva: indulto o habeas corpus favorable, bien lo saben las avanzadas populares, es falsa. Los crímenes y ladronerías, con mayor razón si se trata de crímenes de lesa humanidad, no dan espacio a beneficios de ninguna naturaleza para quienes como Fujimori y sus compinches ensagrentaron el país o saquearon sus arcas. En ese sentido, la voz de la calle debe ser una sola: NI OLVIDO NI PERDÓN.  El caco debe cumplir con su condena, ni un día más, ni un día menos.

Y decimos calle porque ante la ofensiva de la derecha cavernaria, la fuerza de quienes sufrieron esos crímenes y latrocinios está en su movilización. El pueblo y solo el pueblo, a lo largo de su historia, ha sido el más  abnegado defensor de la democracia en el Perú. Desde esta perspectiva, la defensa de los derechos humanos está en las manos del pueblo movilizado y alzado a la pelea contra quienes quieren, quebrando una vez más la normatividad legal, obtener la libertad de ladrones y asesinos como el viejo Fujimori y sus secuaces.


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