El congresista Bruce no es santo de mi devoción, condené por ello, en su
momento, que pensase y actuase como si Estado fuese su chacra, tratando
de utilizar policías en el resguardo de sus negocios. Es indudable que
merece una sanción, pero de aquí a chotearlo por tres o cuatro meses,
sin salario alguno, con la amenaza todavía que puedan expectorarlo del
congreso, es un exabrupto, solamente explicable por el ánimo de vendetta
que existe en las filas del fujimontesinismo. Bruce,
a pesar de sus ambigüedades ideológicas y políticas, que lo colocan no
pocas veces en las proximidades de la mayoría parlamentaria, en
determinadas circunstancias se convierte en una verdadera piedra en el
zapato para los intereses de la ultraderecha naranja. Como espadachín de
PPK, por ejemplo, ha cruzado lanzas, más de una vez, con las embestidas
antidemocráticas, cerrilmente autoritarias, de los seguidores del caco
de la Diroes. Por ello lo tienen en la mira. El fujimontesinismo, que
suele ser escandalosamente indulgente con sus chupetines - transgresores
también de las normas éticas- a Bruce sin embargo le está mostrando sus
colmillos, su rostro fiero, los mismos que exhibió el 5 de abril de
1992...
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