sábado, 1 de abril de 2017

UN HUESO DURO DE ROER


Desde que San Marcos, por un proceso interno de democratización, dejó de ser un bastión de las oligarquías nativas en el terreno del pensamiento,  se convirtió en un hueso duro de roer para quienes parten el jamón en el país. Le metieron los tanques, la soldadesca y sus soplones a los claustros, demonizaron a sus docentes, estudiantes y trabajadores, la secaron presupuestalmente, privatizándola de hecho con el concurso de autoridades de medio pelo... pero la vieja universidad, desde abajo, nunca arrió sus banderas críticas, reflexivas, propositivas. Los sucesos de los últimos días, que han colocado a San Marcos nuevamente en el centro de la atención pública, constituyen un capítulo más en la pelea por su dignificación, por hacer de ella un centro del más alto nivel científico, cultural y humanístico y un obligado referente para el país y sus pueblos. Las autoridades, bien lo sabemos, tienen su propio juego, sus propias imágenes, sobre todo si su elección está hipotecada a determinados intereses. Desde esta perspectiva, las voces estudiantiles, la de los docentes y de los trabajadores, suelen siempre sintonizar mejor con las expectativas de las mayorías. No dejemos de escucharlas.

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