Cayo Mierda es uno de los personajes centrales de Conversación en La
Catedral, una de las obras cumbres de Mario Vargas Llosa. Lo que muchos
no saben es que ese personaje siniestro existió y que el propio Nobel,
en ese tiempo un aguerrido estudiante sanmarquino, fue una de sus
víctimas. Durante el ochenio odriista (1948-1956) Cayo fue el brazo
derecho del dictador, el general Odría, encargado de la represión a la
oposición. El soplonaje fue uno de los mecanismos que implementó
para alcanzar sus propósitos. Era una verdadera red de informantes,
algo así como los ojos y oídos del régimen, que distribuidos
estratégicamente informaban diariamente - soploneaban- lo que ellos
consideraban peligroso para la dictadura. Eran tiempos donde no se
conocía el pinchazo telefónico, mucho menos el espionaje electrónico. Si
nos atenemos a lo dicho por uno de los neomandones del
fujimontesinismo, el soplonaje se ha vuelto a institucionalizar. Tiene
como tarea informar a los seguidores del caco qué se hace, qué no se
hace, o qué se dice en los predios estatales. "Estamos bien informados"
ha dicho el vocero naranja sin mayores aprensiones. Lo que no ha dicho
es quien es el nuevo Cayo Mierda, encargado de procesar el trabajo de
los soplones...
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