No es una bañista más. Hasta hace algunas horas fue la viceministra de
agricultura, que se solazaba con el sol limeño mientras miles de
compatriotas se batían a muerte con uno de los más feroces embates de la
naturaleza que registra la historia patria. Ni la misma orden de su
jefe, PPK, de movilización de sus cuadros para la atención de la
emergencia, fue tomada en cuenta por la desaprensiva funcionaria,
integrante del ejército de tecnócratas que desde los 90 para adelante ha
tomado por asalto el Estado. Se caracterizan por el firulete académico y
profesional del que gozan y por la religión que profesan: el
neoliberalismo, en cuya sacrosanta aplicación, corrupción incluida, han
ido hasta a la cárcel. No conocen el Perú, e ignoran o desprecian sus
fortalezas geográficas y humanas, especialmente, en este último caso, de
los más humildes que son los que, aceptémoslo, con su trabajo
cotidiano hacen realidad este país. Con este país profundo, hoy golpeado
por la naturaleza, esos tecnócratas no se identifican, al contrario, lo
desprecian. La foto lo dice todo. La única voz de mando que aceptan es
la del gran capital, moldeador del capitalismo salvaje en cuyo marco
tiene que explicarse, guste o no, la gran tragedia que afrontan nuestros
pueblos. (Fotocaptura: Pantel).
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