Es cierto, como dicen algunos analistas, que la controversia entre el
ejecutivo y el congreso no se resuelve con matonerías. No es una tema
para machos, sostienen. Pero tampoco, diríamos, es un asunto para
pusilánimes, para hombres o mujeres con el alma en suelo, dispuestos
siempre a ponerle una u otra mejilla al contendor. El mensaje de anoche
de PPK es el de la abdicación ante la bravuconería fujimontesinista que
además de sus votos no tiene nada que ofrecer al país. PPK debió
pechar a los matones, es decir debió anunciar que la censura al
ministro Saavedra la iba a convertir en un asunto de confianza y mover
todas sus fichas en ese sentido. Pero todo indica que los tecnócratas de
pecho frío, liderados por el inefable Zavala le pusieron la agenda: no
al pulseo de fuerzas, sí al diálogo, que en la práctica, dados los
antecedentes del fujimontesinismo, implicaba entregar la cabeza del
titular de educación, aunque el oficialismo, ilusamente, pensara lo
contrario. Ni bien PPK terminó de hablar, cuando la respuesta de
Becerril, siempre a lo bestia, tronó por radio y televisión: no se
dialoga con corruptos, Saavedra debe irse a su casa. Nada ha cambiado
para el fujimontesinismo, la rama de olivo alcanzada por PPK se la han
devuelto con ajos y cebollas...
La crisis en las alturas se va resolviendo favorablemente para los
hijos putativos de Fujimori y Montesinos. PPK y sus tecnócratas
neoliberales no han dado batalla ni la darán, porque a éstos les da
mismo chana que juana, demócratas o autoritarios, libertarios o
fascistas. Nunca se la han jugado por una democracia auténtica, como si
lo ha hecho el pueblo, los olvidados, los ninguneados, los
invisibilizados por el Perú oficial, a costa incluso de la vida y la
libertad de sus mejores hijos. Desde esta óptica, en la línea de la
movilización del último lunes 12, las avanzadas populares y las
multitudes de Costa, Sierra y Selva deberán seguir bregando por abrir o
ensanchar los espacios de un camino propio, de un programa realmente de
cambio y progreso que responda a las justas expectativas de las masas
populares. El fujimontesinismo no ha cambiado, sus líderes de ayer y de
hoy llevan en la sangre la antidemocracia, el autoritarismo, el
fascismo. PPK y sus seguidores, los hechos lo señalan, no están sino
para seguir reproduciendo las mismas injusticias y desigualdades del
orden establecido.
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