martes, 29 de noviembre de 2016

SEQUÍA DE AMOR


PPK y sus tecnócratas de lujo han resultado ser un fiasco. No hablo del manejo económico, donde todo el mundo sabía que iban a hacer lo mismo que sus antecesores. Políticamente están en la vía pública, se han entregado en cuerpo y alma al fujimontesinismo, porque piensan que por la vía de no hacer olas accediendo a su voracidad, pueden sacar adelante sus proyectos. Craso error. Se los están comiendo con zapatos y todo. Pero además profesionalmente y personalmente no dan la talla, por más diplomas y palmarés académicos que muestren. Lo ocurrido con el ministro de defensa es un tremendo ejemplo de su fragilidad. El cargo, por sus propias particularidades, requería de un hombre o de una mujer cuajada, firme, capaz de sortear todos los riesgos que esa delicada cartera entraña. Pero el país se ha dado con un ministro que a la primera de bastos bajó la guardia ante una de esas mujeres de ensueño que el Perú sabe entregar al mundo. ¿Fueron los ojos, la sonrisa, las contorneadas piernas, o quizá la colita de la hermosa trujillana que fungía de asesora del despacho ministerial, las baterías naturales que se trajeron abajo lo que se suponía cerradas defensas del titular de defensa? ¿Tienen razón los deslenguados que le dan más peso a la caja matagalán en ese tórrido romance? ¿Y si ese ministro tan necesitado de cariño se hubiera cruzado con una modernísima como poderosísima Mata Hari? Los intríngulis del affaire amoroso solamente lo sabe la pareja. Lo cierto, sin embargo, es que el gringo y sus tecnócratas de lujo están quedando como zapatilla de chino viejo. La renuncia del ministro, que se caía por si misma, no arregla de por sí el asunto, muestra más bien flancos que usualmente no se toman en cuenta a la hora de la nominación de los funcionarios de la alta dirección: su sequía de amor...

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