jueves, 10 de noviembre de 2016

CUANDO DE ARRUGAR SE TRATA

 
Doña Keiko Fujimori, ha reaparecido en la escena pública. Como política matrera que es ha salido con el pie en alto, golpeando al gobierno de PPK, a pesar de sus amarres abiertos o encubiertos y, deslindando con sus críticos, que a lo largo de más de 100 días le han enrostrado su desaparición del firmamento político. Como el país lo ha presenciado, han sido sus chupetines - léase sus congresistas- los operadores de los designios de su jefa, acciones que todo hace entrever, han dependido del estado de ánimo de la misma y de sus ambiciones partidarias particulares.
 
En su reaparición, la señora ha pretendido vendernos dos ideas. La primera de ellas, relacionada con su encierro - los que la conocen hablan de una clásica pataleta de engreimiento por la derrota electoral- busca presentarla como una política prudente, que hizo una cura de silencio para no hacerle olas a la nueva administración “porque primero está el Perú”. 
 
Lo cierto es - lo acabamos de ver en los Estados Unidos de Norteamérica- que un político de raza, cuajado en las buenas y en las malas, y que viva las 24 horas días pensando en sus responsabilidades de dirección, no puede darse el lujo - ni siquiera estando enfermo- de dejar el barco -luego de una derrota- en manos de los grumetes. Lo que ocurre es que al igual que su padre, doña Keiko se ensoñorea en las victorias, pero arruga en las circunstancias adversas, difíciles. No olvidemos que la tirada de la toalla presidencial por parte del caco -se hizo por fax, desde Tokio- fue la cereza de la torta, pues a todo el país le consta que cuando internamente las papas quemaban el dictador desaparecía de la escena pública. Estaba en cualquier sitio, menos donde debía estar, la embajada de Japón era su huarique preferido, donde rumiaba su falta de entereza.
 
Con la señora Keiko pasa lo mismo. Pero además, como buena alumna de su tío Vladimiro - esta es la segunda idea que nos quiere vender - reaparece criticando con dureza la administración de PPK, cuando sus coincidencias en el manejo económico -salvo una que otra discordancia- son totales, no por algo unos y otros beben de las mismas aguas del neoliberalismo; pero cuando, además, políticamente el pepekausimo - como parte de una concordancia en los hechos- le está facilitando al fujimontesinismo la captura del aparato estatal. Lo ocurrido con los tres impresentables en el BCR, con la Defensoría del Pueblo, o la Sunat - para poner tres ejemplos- no son actos casuales, responden a una estrategia de poder que los seguidores de Fujimori y Montesinos - con el apoyo del Apra y la anuencia de PPK y sus huestes- está implementando.
 
Que la candidata derrotada en las últimas elecciones presidenciales saque nuevamente cabeza criticando con dureza el gobierno de PPK, no pasa de ser una vieja argucia con la que el fujimontesinismo pretende aparecer como oposición, cuando realmente están enganchado al régimen, de cuyas debilidades, temores, improvisaciones, ambigüedades y errores se alimenta a sus anchas.


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