Cuando intercambio ideas sobre los médicos peruanos, las primeras
imágenes que asoman a mi mente, son las de los galenos que conocí en mi
barrio de Monserrate, en la vieja Lima. Eran unos verdaderos
todoterreno. Nunca arrugaron ante las dolencias de los vecinos, como
nunca le dijeron no a una consulta por más misios que estuvieran los
enfermos y sus familiares. Y si se trataba de recetas sabían poner de
cabeza a los farmacéuticos con su letra menudita que
indicaban los insumos de tal jarabe o de tal pomada. Hasta ahora, en
algunas famacias del barrio, se venden jarabes para los bronquios con la
receta del doctor nosecuantito, a pesar que éste ya no vive para
recomendarla personalmente.
Algo más. Cuando alguna madre angustiada preguntaba
por lo que presumía iba a ser una andanada de inyecciones para el
paciente, el médico, sin perder la seriedad, le decía: ¿inyecciones? Claro
señora, inyecciones, pero de tacu tacu, porque así como está su hijo
cualquier día se lo lleva el viento...
Un abrazo a los médicos peruanos, en su día...
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