jueves, 8 de septiembre de 2016

UNA LOCOMOTORA


I


El Frente Amplio se sacó la lotería con Verónika Mendoza. ¿Ustedes creen que llevando de candidato presidencial a Marco Arana hubiera tenido el éxito arrollador alcanzado en las elecciones presidenciales pasadas? Algunos sostienen que los resultados favorables se debieron al retiro de las candidaturas de Acuña y Guzmán. No niego la influencia, pero lo fundamental no estuvo ahí, como tampoco lo explica todo el programa que Verónika levantó, de cambio, renovación y esperanza en un futuro diferente para un país frustrado y tantas veces traicionado.

Rolando Breña ha dado en el clavo de la explicación del fenómeno. En una reciente entrevista televisiva ha dicho que hay "líderes de aparato" y "líderes de masas". En Patria Roja (PR) por ejemplo, Horacio Zeballos fue un extraordinario líder de masas, como también lo es Breña. No podemos decir lo mismo de Ludovico,  otro de los dirigentes históricos de PR, quien calza perfectamente en el concepto de "líder de aparato": son buenos para las movidas internas, pero no lo son para agitar multitudes, desatar pasiones y arrastrar voluntades.
 
Los líderes de masas tienen una nota especial, una carga personal, fuerza vital le llaman algunos, empatía le dicen otros, que les permite a esos hombres o mujeres sintonizar rápidamente con la ciudadanía. Al respecto, en abril de este año escribí:

"Si algo hay que destacar de la señora Verónika, en primer lugar, es su belleza, la gracia, la simpatía, el carisma de las que hace gala, para lo cual no necesita hacer ningún esfuerzo. Belleza física y espiritual, fortalezas personales todas, escribí hace un tiempo, que le permite interactuar muy rápidamente con hombres y mujeres de todas las edades. Si a ello le adicionan su origen cusqueño, el manejo a discresión de su lengua paterna: el quechua,  la sencillez  en el trato, la facilidad de palabra para exponer sus ideas o su renuencia a hacer del adjetivo una chaveta, sus ventajas naturales se acrecientan.".
 
Los resultados son elocuentes, Marisa Glave acaba de decir que "el Frente Amplio apareció con 1% de intención de voto y llegó a 18%" y estuvo a un tris de disputar la segunda vuelta electoral. Sus documentos congresales lo reconocen: el Frente Amplio "quedó como segunda fuerza en el Congreso con 20 congresistas y como segunda fuerza nacional por los óptimos resultados obtenidos en 7 regiones del sur y centro del país.".
 
No sean mezquinos: sin dejar de reconocer el esforzado trabajo de las bases y de los aliados, la locomotora fue Verónika Mendoza. Casi tres millones de votos no son poca cosa.
 
II

Ese éxito electoral, sin embargo, le está pasando la factura al Frente Amplio, en especial a Tierra y Libertad. Las viejas perspectivas,  centralmente medioambientales,  el viejo aparato organizativo y  los liderazgos ajustados a esos espacios han quedado cortos. La crisis que actualmente afronta -de crecimiento según se afirma-  en un contexto de afianzamiento de la derecha neoliberal en el control del aparato estatal,  con potenciales conflictos en desarrollo dados los entrampamientos de la economía y las clásicas salidas gran burguesas, los está obligando a perfilar su orientación. 
 
Como lo señalan sus documentos congresales, en el mismo proceso electoral tuvieron que afinar sus perspectivas, "presentando una propuesta más global, incidiendo en el cambio del modelo económico y nueva constitución junto a todas las propuestas concretas". Este ajuste les permitió ensanchar su electorado, en especial en los medios más radicalizados, espantando definitivamente a quienes hubieran preferido una salida tibia, intermedia, conciliatoria.
 
No estamos, aclaro, ante una opción marxista, netamente mariateguista, aunque nadie puede negarle su naturaleza democrática y popular, socialista a su manera, como que se reclaman de "Un socialismo tawantinsuyano, que hable y cante en quechua y en aymara, que integre el mito mariateguista y lo mágico arguediano".   

Todo indica que a algunos dirigentes de Tierra y Libertad, esto les huele a chicharrón de sebo, sobre todo, además, si quienes enarbolan dichos postulados sostienen abiertamente que "Verónika Mendoza y el Frente Amplio han quedado en el imaginario popular como una opción real de gobierno y ese será el objetivo político a conquistar hacia el 2021, pasando por el 2018".
 
La crisis en el Frente Amplio no es pues tan simple, pero es indudable que no tiene la envergadura de los desmadres que se dan en el Apra o en el PPC, viejos como matreros partidos de la derecha. Del cómo perfile su perspectiva ideológica, política y organizativa, cara a la punzante realidad económica y social peruana, dependerá  la cualificación de su futuro. En ese sentido, su Congreso Nacional del 23 y 24 de setiembre será decisivo.






 

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