sábado, 17 de septiembre de 2016

MIS RESPETOS


En política hay algunos gestos que valen por mil palabras. El portazo de la señora Vilcatoma a la topoderosa bancada fujimontesinista y a la mismísima hija del caco,  por ejemplo, es uno de ellos. Con anterioridad, como procuradora, ya se había enfrentado al poder ollantista, por eso le bajaron el dedo; hoy, con roche, le da la espalda a los dueños de la chacra en que se ha convertido el congreso, señalando una ruta que ni los mismos ppkausas -en plena bajada de pantalones, como dice elocuentemente el semanario de Hildebrandt- se atreven a pisar.

La Vilcatoma está defendiendo su palabra. El fujimontesinismo, sus intereses hediondos. Por discrepar con los letonas y becerriles le abrieron un proceso cuyo desenlace estaba cantado: la expulsión de la congresista. Quien nació para panzón, aunque lo fajen, dicen los viejos. El fujimontesinismo nació en medio de la dictadura, es más, fue obra de ésta, el soplo de vida se lo otorgaron quienes en 1992 hicieron trizas del estado de derecho e impusieron un orden donde el poder omnímodo estaba en la dupla Fujimori-Montesinos, los mayores bribones de la historia republicana.

Por eso, para esa lacra, la democracia, sea cual sea el nivel,  es una mala palabra, la directiva de los mandos se aplica sí o sí, no hay derecho al pataleo. La Vilcatoma pataleó y un iracundo Becerril la llenó de amenazas e improperios. "Casi me pega" ha dicho la afectada, que ni corta de perezoza denunció al agresor ante la Comisión de Ética, lo que debordó el vaso de la intolerancia. La mismísima hija del caco, hoy en la clandestinidad, salió de su encierro para bajarle el dedo a la atrevida. El llanto de la Vilcatoma, decepcionada - ha dicho- lo dice todo. Confió en ellos, se equivocó.

¿Cuál será el futuro político de la ayacuchana? ¿Hacia donde orientará su desempeño parlamentario? ¿Continuará en esa línea contestataria? La figura no está clara. Sea cual sea, sin embargo  sus derroteros finales, por ese solo hecho de haberle mandado un portazo al fujimontesinismo, bien vale la pena saludarla.


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