miércoles, 21 de septiembre de 2016

¡QUÉ TAL CONCHA!

Foto de Elbita Vásquez Vargas

Sí, ¡que tal concha! la del fujimontesinismo. 

Ellos, que hicieron del transfuguismo carta de ciudadanía y cuyos mentores ideológicos:  Fujimori y Montesinos, están en la cárcel, entre otras razones por comprar congresistas al peso y tener las manos libres para levantarse el país, ellos, decíamos, quieren aparecer como representantes de la inmaculada concepción y dar cátedra de lucha contra esa plaga.

Porque si bien es cierto que en el Perú, el transfuguismo es tan viejo como el vetusto local del congreso, es el fujimontesinismo - véanse los vladivideos colgados en youtube- el que como parte del emputecimiento de la política nacional que promovieron en sus años de gloria,  van a dar vida a inimaginables formas de compra de conciencias y votos, dentro y fuera del congreso.

Los hijos putativos de Fujimori y Montesinos saben perfectamente que en el congreso su bancada es frágil, hasta el propio PPK lo ha revelado. La abrupta salida de la congresista Vilcatoma confirma lo que es un secreto a voces: deseosos de ganar votos prácticamente  vendieron curules al mejor postor.  Cada uno de sus compradores, en defensa de sus propias agendas, son capaces, a lo Vilcatoma, de tirarles la puerta en la cara, con el riesgo de convertir a la ahora omnipotente bancada en un simple conglomerado de adulones. Lo que pasó con la banda del comandante Humala es harto elocuente.

Es decir, no es que al fujimontesinismo le interese fortalecer la democracia y sus instituciones, como podría algún despistado suponer. No, a la señora Keiko,  maniobrando desde la clandestinidad, únicamente le interesa no perder la fuerza cuantitativa de su bancada para sacar adelante todos aquellos proyectos  que a su cuestionado cogollo le pueda interesar.  Ya hicieron el intento, por ejemplo, de reducir la valla electoral de la primera vuelta. ¿A quien le interesaba esta decisión? Pues únicamente a quien por dos veces consecutivas ha sido derrotada en la segunda vuelta, pese a su éxito en la primera. ¿Y la libertad del caco?  Fracasadas sus intentonas legales, solamente les queda lo que el congreso pueda decidir. Para ello requieren su aplastante mayoría.

En su desesperación y marcados por su infamante práctica,  el fujimontesinismo es incapaz de distinguir al tránsfuga de quien no lo es. En la administración anterior, políticos como Javier Diez Canseco o Verónika Mendoza, por citar ejemplos, llegaron al congreso en la lista del nacionalismo patrocinada por el comandante Humala. Cuando observaron que la pareja presidencial tiraba por la borda sus promesas electorales, ambos y otros más, patearon el tablero y armaron carpa aparte, en defensa de sus principios y de los pueblos que habían votado por ellos. A nadie que esté en su sano juicio se le ocurriría calificar como transfuguismo el abandono de una bancada traidora.

Al respecto Enrique Bernales, reputado constitucionalista, acaba de declarar: "...Un parlamentario que por razones ideológicas o de discrepancias profundas decida retirarse de un grupo por el que originalmente fue elegido, no merece recibir sanción porque es evidente, la libertad de las ideas prima por encima de las militancias" (La República, 21-09-16).

Hay que desesmacarar al fujimontesinismo, ponerlo de cara a las masas para denunciar su hipocresía y la mezquindad de sus intereses, caros a los grupos de poder que defiende. Los gallinazos de Cristina Planas - ver la foto que ilustra esta nota- tradicionales bajaspolicías de la Lima de siempre, tendrían harta chamba en ese congreso...




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