jueves, 14 de julio de 2016

¿CAMBIAR ALGO PARA QUE NADA CAMBIE?



 "Si queremos que todo siga como está, 
es necesario que todo cambie"
El gatopardo


A los sanmarquinos no nos está vedado soñar, decía uno de mi maestros, luego de cuestionar con severidad las miradas y comportamientos de corto plazo, rutinarias, pasivas, conservadoras, renuentes al cambio. Cuando Zenón Depaz nos dice que hay que cambiar San Marcos para cambiar el país, o cuando Lynch nos invita a refundar San Marcos con el mismo propósito, es indudable que en esas propuestas está la impronta de esos maestros a los que hacía referencia. Como también lo está  en el programa de la profesora Gaby Cortez para la Facultad de Economía, que nos señala el futuro como ese gran norte a seguir en los cambios que está proponiendo para alcanzar una  unidad académica acorde a las exigencia de los tiempos que afrontamos.

Que Zenón, Lynch y Gaby, cada cual desde sus respectivas especialidades nos  señalen la ruta del futuro, no es obra de la casualidad, ellos aprendieron a soñar en las viejas aulas de la cuatricentenaria. Y ello, en las circunstancias actuales, es una fortaleza para quienes tienen en sus manos la posibilidad de ser los gestores, junto a sus equipos de trabajo, de las grandes transformaciones que requiere la cuatricentenaria, venida menos por la crisis en la que se debate.

Pero cuidado con los vendedores de ilusiones nos decía el viejo maestro. Porque la vida enseña que no es dificil hablar de cambios. ¿Recuerdan la novela El gatopardo de Lampedusa? Ahí podemos leer diálogos aleccionadores como el que cito en el epígrafe. Porque los conservadores, los arribistas o los mafiosos que han tomado por asalto a la universidad también libran grandes batallas "para que todo siga como está".

La recomendación, por ello, es que no hay que dejarnos guiar por el verbo o por el papel. Hay que analizar la propuesta, el proyecto de cambios que se enarbola, pero es también vital analizar las conductas, las trayectorias, el desempeño profesional y ético de los candidatos y equipos en todas las circunstancias, ante todos los desafíos, en todas las responsabilidades asumidas, mayores o menores. No es la primera vez ni será la última que San Marcos enfrenta circunstancias difíciles. Los sanmarquinos de pura sangre, por ende, los soñadores, nos hemos fajado ante ellas y siempre hemos salido airosos, enarbolando permanentemente las banderas de la universidad o de la facultad.

Hace bien por ello, en aras de la buena marcha de la institución, que la profesora Cortez advierta  que no hay que dejar que la improvisación se apodere de los sueños de cambio y transformación que anidan en el pellejo de todo sanmarquino. Los programas se meditan cara a la realidad que se vive. No pueden ser el producto de la fantasía o de las ilusiones individuales. Los soñadores sanmarquinos pisamos tierra, hacemos el análisis concreto de las situaciones que se viven y de acuerdo a esos diagnósticos hacemos la propuesta y se eligen a los cuadros que han de materializar los cambios. Nada se deja al azar. Llama por ello la atención que existan candidatos al decanato que no puedan haber armado un equipo de gestores. A esto, aquí y en todas partes se le llama improvisación.

San Marcos, o cada una de sus Facultades son tan complejas que ya no hay espacio, si de gestión hablamos, de rendir culto al individualismo voluntarista. A mediados de los años 60, en mis años de estudiante, bastaba la personalidad de la autoridad, generalmente un académico e intelectual de fuste, para dirigir una unidad académica. En los 80 y 90 - lo dije en envíos anteriores- he sido testigo de las penurias vividas por académicos de mucha fuerza, pero que en temas de gestión, eran cero balas, cero puntos.

Comparto por ello lo escrito por la profesora Gaby Cortez y su equipo:  "No dejes que la improvisación se apodere de tus sueños".

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