miércoles, 8 de junio de 2016

LA DERROTA DEL FUJIMONTESINISMO


 I

Escribo cuando todo indica que PPK es el nuevo presidente del Perú. El fujimontesinismo ha sido derrotado: en las ánforas, en las calles y en buena parte del imaginario popular.

Todo su tinglado se fue al agua. Sus largos años de clientelaje entre los pobres, el amañado enmascaramiento seudo democrático de su candidata, con el que sorprendieron a incautos y a los oportunistas de siempre, su desenfado para gastar recursos de dudosa procedencia, sus amarres con las escorias sociales del país, su demagogia populista a tambor batiente, la soberbia y la impudicia para defender los crímenes y latrocinios de la dictadura de los años 90, el apoyo descarado de la derecha regimentadora de los medios de comunicación, el empleo a su favor de los resortes del poder que controla, los resultados favorables de la primera vuelta, etcétera, etcétera, absolutamente todo se fue diluyendo conforme se acercaba la fecha de la segunda vuelta. Los resultados de ésta confirmaron lo que algunas encuestas avisoraban: el pueblo peruano se estaba poniendo de pie para decirle primero ¡No a Keiko! para luego marcar a fuego sus  siniestras entrañas. ¡No al narcoestado! fue la consigna que selló  el divorcio con las masas populares.

Como diría Zavalita, el clásico personaje de Conversación en la Catedral: ¿cuando se jodió el fujimontesinismo?

II

A mi juicio, la respuesta se encuentra en las calles y en las plazas de las principales ciudades del país y del mundo. Cuando éstas se calentaron bajo el peso de las multitudes antifujimontesinistas, la suerte cambió para quienes ya cantaban victoria. Las masas populares marcaron la cancha, espontánea u organizadamente y la repercusión explosiva de su democrática respuesta terminó por transparentar la fe, la esperanza y la convicción de que se podía derrotar a la amenazante hidra, liquidando el pesimismo y las vacilaciones. El desborde popular fue ratificado en las mesas electorales del país y del mundo.

Pero hay algo más, que tiene que ver con los prolegómenos de esas movilizaciones históricas.

Cuando la pus, apenas contenida por los líderes de fujimontesinista, comenzó a brotar del seno de esta corriente nefasta,  se expusieron al sol sus verdaderas entrañas: sus relaciones actuales con lo peor de lo peor de la lumpenburguesía aconchabada con el narcotráfico y el crimen organizado, que según todos los indicios estarían detrás del millonario financiamiento de sus movidas electorales. 

La verdad se abría paso a empellones: el pasado de crímenes y latrocinios volvía a hacerse realidad, a recrearse, a mostrarse como presente y futuro. Las concepciones y prácticas del fujimontesinismo entendido no solamente como opción económica sino también como alternativa siniestra de devaluación moral de la vida, de las costumbres y del quehacer de los pueblos, revelaba amenazantes sus colmillos. No era el lado oscuro del fujimontesismo, como afirman algunos, lo que quedó expuesto al sol, fueron las vísceras putrefactas del conjunto del movimiento las que quedaron al aíre.

Ante esas  circunstancias el escenario cambió brutalmente de color. Ya no se trataba simplemente de una confrontación electoral más. Ahora se trataba literalmente de una abierta lucha política e ideológica, pero también ética, en la que una vez más los pueblos del Perú  tenían que salir en defensa de la democracia burguesa, limitada e hipócrita, pero democracia al fin y al cabo; pero también para salvaguardar la vida, la educación, la cultura, la dignidad, la decencia de nuestros pueblos amenazados abiertamente por una tropa de impresentables que en representación de una ultraderecha cavernaria y fascista estaba dispuesta  a llevarnos del cuello, con el aval de nuestros votos, a los infiernos de una nueva Colombia o de un nuevo México.

Sectores de la propia derecha que a lo largo de estos años habían amamantado al fujimontesinismo y a sus líderes, comenzaron a tomar distancia públicamente. Ahí están los editoriales de El Comercio, evidenciando el cambio. Desde la óptica burguesa esa corriente se había convertido en una amenaza para la democracia, pero también para sus intereses crematísticos. El seguimiento de la DEA al financista de ese movimiento y los efectos multiplicadores del caso en la prensa de todo el mundo, tenía que impactar negativamente en la imagen del Perú, entendida por los inversionistas como marca, como logo.

La toma de posición más trascendente, sin embargo se dio en las avanzadas populares, politicas, culturales, artísticas, educativas, periodísticas, redes sociales, etcétera. No se puede soslayar, por ejemplo, el liderazgo de Verónika Mendoza, cuya palabra decisiva, con todas las consideraciones que expuso en su momento, fue clave para inclinar la balanza de miles de votantes, no solamente en el sur como se afirma. Como también debe destacarse el papel del colectivo ¡No a Keiko! que se las jugó por entero para darle forma a la respuesta de las multitudes en Lima, provincias y el mundo. Finalmente,  es obligado subrayar  el rol de los ciudadanos comunes y corrientes, de a pie, de todas las edades, hombres y mujeres,  que a lo largo y ancho de la Patria, como asimismo en las principales ciudades del mundo, le cerraron el paso al fujimontesinismo, primero en las calles y luego en las ánforas.

 III

¿Y PPK? Políticamente es un hueso. La campaña electoral evidenció sus limitaciones. No es un tema de edad, como algunos afirman, es su pertenencia, como empresario y tecnócrata a un mundo ajeno a los intereses populares. La derecha es la que celebra por lo alto su ya cantada elección como presidente del Perú. Es esta misma derecha, neutralizado el fujimontesinismo,  la que ya le está señalando la agenda: la búsqueda de la unidad de esos conglomerados, incluyendo a los derrotados representantes del inquilino de la Diroes. ¿Cuál es el interés?  Pues sacar adelante las reivindicaciones de esa burguesía, en especial del extractivismo, congelados, según afirman, por  la pareja presidencial que el próximo 28 de julio dejará  el palacio de Pizarro.

Ese es el nuevo escenario en el que tendremos que pelear, porque como diría Vallejo: ¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos,/hay hermanos, muchísimo que hacer/ para hacer realidad los sueños libertarios de las multitudes que en las calles y en las ánforas acaban de decirle ¡No! al fujimontesinismo.






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