jueves, 19 de mayo de 2016

SINTIERON LA PEGADA


Irrebatible. El misil periodístico de Univisión ha hecho mella en la línea de flotación del fujimontesinismo. La marcha atrás de Joaquín Ramírez, el hombre del billete en el partido naranja, comprometido hasta las tapas en lo que se sospecha sean negocios turbios de todo tipo- revela la precariedad de las supuestas fortalezas del partido del caco. En esta debilidad no solamente pesan los anticuchos de ladronerías, estafas y crímenes de los 90, encabezados por la dupla Fujimori-Montesinos. Los nuevos rostros del fujimontesinismo también cargan su mochilón. El caso de Ramírez, que de cobrador de micro pasó a ser un potentado y principal financista de la campaña electoral de la hija de la dictadura, es elocuente por las movidas sospechosas que ello ha implicado para los órganos de control y fiscalización. Una investigación de los antecedentes de los hoy congresistas y allegados dejarían mal parado al fujimontesinismo. No en vano se afirma que sus candidatos - hoy más de 70 electos congresistas- no tienen hoja de vida sino prontuarios.

Si nos seguimos a la lógica del periodismo independiente - como lo están demostrando ya - se viene una segunda parte del informe liquidador del domingo pasado. La DEA de un lado y Univisión, por otro, sin dejar de tener una visión crítica de ellos, no son moco de pavo en el escenario mundial; lo mismo podemos decir de Gerardo Reyes, el autor del informe por parte de Univisión. La hija de la dictadura ha logrado evadir, por el momento, el impacto de ese misil, pero es indudable que su estrecha vinculación con Ramírez tendría que se aclarada. Resulta por ello muy revelador de sus compromisos políticos para el blindaje el hecho de que una comisión congresal peruana haya renunciado a invitarla a que aclare esos lazos con quien fue su secretario general. Actitud complaciente que no es nueva, viene desde años atrás, desde que la Procuradoría y el Ministerio Público arrojaron luces sobre el sospechoso enriquecimiento de Ramírez.

La derecha peruana por su parte, la gran patrocinadora de la candidatura de la ex primera dama de la dictadura, ha sentido también el impacto de la denuncia. La ultraderecha sigue en sus trece, ha cerrado filas, a lo bestia, con el fujimontesinismo. La otra parte de la derecha, sin embargo, se ha mostrado más cauta y hasta crítica de las reacciones de la candidata y su corte. Los editoriales de El Comercio y las opiniones de sus principales escribas van en ese sentido, tratando de tomar distancia de un escándalo que no se cerrará porque los implicados proclamen su inocencia. 

Saben que el asunto da para más. Patricia del Río, por ejemplo, acaba de escribir: "porque si se da el caso que Ramírez mañana resulta culpable y Keiko ya es presidenta, pues habrá llegado al poder con plata de los narcos. Y un estadista, un verdadero líder no se permite siquiera esa posibilidad." Lo que no dice doña Patricia es el toletole que se armaría si las hipótesis que manejan las autoridades de dentro y fuera del país son respaldadas por las pesquisas.

Faltan, sin embargo, las respuestas de las calles y plazas al escándalo. Para los próximos días se anuncian movilizaciones; se observa, sin embargo, la ausencia de reacciones sistemáticas de conjunto, bajo pautas concertadas por las organizaciones populares de toda naturaleza, a lo largo y ancho del país. Se da la siguiente paradoja: se habla mucho y se denuncia el peligro de que las organizaciones criminales y el narcotráfico están convirtiendo el país en una nueva Colombia o en el México de nuestros días. No obstante, la práctica no acompaña al verbo, hay un desencuentro ostensible entre lo que se dice y se hace, a pesar de que los tiempos calientes, en este caso electorales,  que vivimos constituyen los escenarios óptimos para avanzar en ganar en educación y organización de los pueblos y en el delineamiento de sus objetivos de batalla. La izquierda de todos los matices tiene la palabra.

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