domingo, 29 de mayo de 2016

LAS COSAS QUE TIENE LA VIDA

 

Como diría don Daniel Santos, ese inquieto anacobero que cada día canta mejor, miren ustedes las cosas que tiene la vida. A doña Verónika Mendoza, desde la izquierda y la derecha, la ningunearon, satanizaron y vilipendiaron antes de la primera vuelta. Su arrastre electoral y el liderazgo alcanzado, sin embargo, la han convertido en una pieza clave en el escenario político nacional, a tan punto que los que ayer la despreciaban, hoy se tiran al suelo para arrancarle a la cusqueña solamente tres palabras: ¡Voten por PPK! 

El gringo no ha dado fuego, su candidadura es un fiasco, pero tiene que ganarle sí o sí a la hija de la dictadura. Los encuestólogos han dicho que la llave de la victoria la tienen los indecisos y entre éstos, los ciudadanos que votaron por Verónika en la primera vuelta. Piensan que bastaría la palabra de la congresista para que los votos se inclinen por quien aparece ahora, desde la derecha, como defensor de la democracia burguesa.

Lo cojonudo es que quienes hoy son capaces de besarle los pies a Verónika son los mismos que a lo largo de estos años han apapachado al fujimontesinismo y a su candidata. Las denuncias contra ésta y su entorno, como lo estamos viendo no son nuevas, vienen desde tiempo atrás, pero siempre, desde sus intereses, esos sectores gran burgueses, sus políticos, plumíferos y tecnócratas de turno, o las ignoraron o las minimizaron. En el seno de la propia izquierda - escrito está- no fueron pocos los que le reventaron cuetes a la lideresa del fujimontesinismo, como supuesta cabeza de un ala democrática dentro del pérfida movimiento fundado por los mismísimos Fujimori y Montesinos.

Ahora, cuando están con el agua en el cuello, tratran de arrastrar a su juego a la tercera candidata mejor votada en la primera etapa del proceso. La cubren de lisonjas, pero también de amenazas: si ella no habla cargará con el muerto de haber impedido el "triunfo de la democracia". Verónika y el Frente Amplio no han pisado el palito, Desde su propia estrategia y táctica han llegado hasta donde políticamente pueden llegar: mostrar su desacuerdo con el voto en blanco o con el viciado. A buen entendedor, pocas palabras. Ir más allá le significaría un cuarto de hora de encumbramiento publicitario y nada más, porque después de ello se volvería al mismo punto de partida: la joda sistemática de la derecha. Los ejemplos abundan.

Lo más grave, para las huestes de la Mendoza, estaría en la profunda decepción que provocaría, sobre todo después de haber lanzado a los cuatro vientos un mensaje renovador de la política. Juan Manuel Robles, un comentarista del semanario de Hildebrandt resume bien ese hipotético desaliento: "Yo, ciudadano de a pie, columnista raso, puedo decir que votaré por Kuczynski. Pero si hoy saliera la Vero en la televisión diciendo: "sube sube PPK", algo moriría dentro de mi. Esa es la diferencia entre los líderes y quienes estamos en el llano"

Ahhh, pero que cosas que tiene la vida...




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