sábado, 7 de mayo de 2016

SE LE CHORREA EL MAQUILLAJE


A la hija de la dictadura de los 90, se le está chorreando el maquillaje. 

Patricia del Río dice que "se le ha enseriado el rostro".  Por mi parte sostengo que ese rostro nunca ha cambiado, como que es una buena hechura del fujimontesinismo. Lo que se le ha caído ha sido el maquillaje que usó para ganar incautos en la primera vuelta.

Las presiones desde adentro de su partido - concretamente desde la Diroes -y la desesperación por ganar y/o asegurar votos de donde sea, especialmente de los sectores más extremadamente conservadores y rudos del país, la han obligado a dejar de lado su máscara conciliadora, pacifista, edulcorada, útil para sorprender incautos.

Ya no es la candidata que en noviembre del pasado año se encomendaba, toda contrita, a  la Virgen de la Puerta, en Otuzco, Trujillo. Ahora, contradiciendo los mandatos de la propia Iglesia Católica, es una fiera defensora de la pena de muerte.

En Harvard impresionó afirmando que estaba de acuerdo con la unión civil entre homosexuales. Hace algunos días, en un cónclave evangélico donde se desataron todas las furias y las penas homofóbicas de los pastores y feligreses, la hija del caco gritó a los cuatro vientos que estaba en contra de ese reclamo democrático de las minorías sexuales del país.

Ya no es tampoco la candidata supuestamente celosa en la defensa del medio ambiente; con el maquillaje en el suelo acaba de ganarse el apoyo de los mineros que están dinamitando la multidiversidad ecológica en Madre de Dios y otros puntos del país. 

Todo ello sin dejar de apoyar a connotados miembros de su entorno, públicamente denunciados por lo que a todas luces es una demostración de lo que enfeumísticamente se conoce como "demostración de signos de riqueza" no oficialmente declarados; pero que para un buen policía es un espectacular lavado de activos.

Algo más. Imposibilitada, por el rechazo que genera, de acercarse a las verdaderas representaciones gremiales traba alianzas con pseudas dirigencias acusadas públicamente de "extorsionar, chantajear y promover la violencia en las obras de construcción del cono norte de Lima". (Comunicado de la FTCCP)

Y por si esto fuera poco, la hija de la dictadura acaba de presentar como flamante adherente a un caserito del gran empresariado peruano, que en su papel de economista se distingue por ser un cerrado defensor de la flexibilidad laboral (léase despidos de trabajadores), de los salarios congelados y de leyes como la famosa "ley pulpín" que provocó el multitudinario rechazo de la juventud peruana.

¿A qué se debe que la candidata del fujimontesinismo haya optado por mostrar su verdadero rostro, dejando a un lado el maquillaje de la primera vuelta?  La respuesta hay que buscarlo en la cerrada oposición que en importantes regiones y sectores sociales provoca su candidatura. A menos de un mes del repechaje, a pesar de la gran millonada de recursos gastados, la cosecha en votos no es la que se esperaba. A estas alturas, el empate técnico con el gringo no es negocio y la desesperación avanza soibre todo si pensaban que la segunda vuelta iba a ser una pichanguita...

Se ha echado entonces a asegurar y buscar votos en lo que podríamos llamar las barras bravas del electorado nacional, sea cual sea su ubicación social. Busca así, ante ciertas ambigüedades del gran capital, de remachar su adhesión con mensajes directamente relacionados con lo que el empresariado está buscando desde hace rato: la flexibilización laboral o leyes como la ley pulpín. Si no es suficiente garantía de sus verdaderas intenciones proempresariales la presencia en su lista - como candidato a la vicepresidencia de la república- de un señor que ha engordado su bolsa en base a agresiones de todo tipo contra los derechos de los trabajadores agroindustriales, la ex primera dama de la dictadura puede mostrar hoy, en sus filas, a la chochera del gran empresariado peruano: Elmer Cuba.

Para el tumulto que no cree en nada que no sea la violencia o la intolerancia para enfrentar problemas sociales complejos, el fujimontesinismo muestra ahora los colmillos: la pena de muerte, la homofobia rabiosa o la cárcel para las mujeres que aborten. Al diablo con las convenciones  suscritas por el Perú como país civilizado en lo que se refiere la pena de muerte,  o con los progresos en cuanto a la despenalización del aborto y las uniones de homosexuales. 

Lo que importa ahora son los votos, y si se trata de mostrar el hacha de guerra, ya no tiene sentido el maquillaje, que se siga chorreando.

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