martes, 3 de mayo de 2016

EL EMBUSTE ES SU ELEMENTO


Los entredichos de los hermanos Fujimori - aunque sus decibeles hayan disminuido en los últimos días- han alimentado nuevamente  aquellas opiniones que afirman de que al interior del fujimontesismo se procesa hoy una diferenciación entre dos corrientes: una, democratizadora, que supuestamente quiere romper con el pasado; y la otra, la linea dura, fiel a las concepciones y prácticas del inquilino de la Diroes y su compinche Montesinos. La primera de ellas estaría liderada por la actual candidata presidencial, mientras que su hermano, el congresista electo más votado de Lima y probable candidato presidencial para el 2021 - así lo ha hecho saber públicamente- jefaturaría la segunda corriente, con la tutoría, claro está, de su progenitor y posiblemente de su tío Vladimiro.

Mi opinión va en sentido contrario a esas aseveraciones. La familia del caco es un gregario de farsantes y a lo que estamos asistiendo - los entredichos, aunque algunos lo califiquen de guerra- constituirían un capítulo más de los embustes del fujimontesinismo, orientado, en esta oportunidad, a blanquear la imagen de la candidata presidencial para que finalmente pueda acceder al bastón de mando gubernamental, ante la expansión masiva del rechazo que su candidatura genera en importantes sectores populares, conforme lo han demostrado los resultados de la primera vuelta y las encuestas previas al repechaje del 5 de junio.

El embuste es el elemento clave en el comportamiento político y personal de esa familia, en especial del caudillo. Sería ridículo sostener que la vocación por la falsedad la llevan en la sangre, pero si se puede afirmar que es parte consustancial de su cultura, que les permitió sobrevivir a los embates del segregacionismo en los primeros tiempos de las migraciones japonesas al Perú, pero que posteriormente fue excelentemente utilizado para sus pillerías. No es por azar que familiares cercanos al caco carguen hoy paquetones de acusaciones  por ladronerías cometidas mientras  desempeñaban lo que se suponía eran honorables encargos presidenciales, prostituidos por quienes podrían tranquilamente formar parte de la tenebrosa yakuza, la tenebrosa mafia japonesa.

La propia hoja de vida del caco es también un excelente ejemplo de lo que afirmamos. Para empezar, ¿alguien puede afirmar fehacientemente que nació en el Perú?  En cuanto a su trajinar político, desde sus albores hasta su reclusión en la Diroes es una retahila de enmascaramientos, de tramposerías, mentiras a cada cual más groseras,  e hipocresías detestables.  Los objetivos siempre fueron los mismos: sacar las mayores lonjas del poder, mientras  se servía fielmente al gran capital y las transnacionales que  ensancharon sus arcas, como nunca antes había ocurrido, merced a la implementación violenta de un modelo económico, el neoliberalismo, que rige hasta nuestros días.

Recuérde, ese modelo, ni el shock económico consustancial a él, constituyeron la oferta electoral del caco en los años 90. Las banderas con las que engatuzó al pueblo fueron las de la honradez, la tecnología y el trabajo. Ya en el poder, tranzó con el gran capital y las transnacionales - a espaldas de sus electores- a través de la tecnocracia apátrida y fondomonetarista que le preparó el plan de gobierno que a oídos de los jerarcas del FMI sonó a "música celestial", lo mismo que a los militares fascistas que con el llamado Plan Verde en la mano estaban dispuestos a ensangrentar el país para pacificarlo, y que encontró en la dupla Fujimori-Montesinos los operadores natos de sus irracionalidades.

Hasta el golpe del 92, para la mafia, la democracia fue simplemente un taparrabo que ocultaba sus maniobras antidemocráticas. El golpe de abril no fue un úkase hepático de la dupla, fue un trabajo de laboratorio. Para el recordado Raúl Wiener, apoyándose en documentación reservada, la pateada de tablero se cocinó entre la primera y segunda vuelta electoral que definió la victoria del caco. Cuando el 4 de abril, vísperas del golpe, los jefes militares se concentraron en el cuartel general del ejército y escucharon de boca de Montesinos los alcances del plan violentista, todo estaba friamente calculado: clausurar el congreso, reorganizar el poder judicial, destituir jueces y fiscales, apresar y deportar opositores...

"Aquí, señores, lo que se está necesitando son huevos. Y este gobierno los tiene. Por kilos", diría el siniestro asesor finalizando su intervención. (Raúl Wiener, Bandido Fujimori, WWW Editores, Lima, 1998.). Los aplausos no se hicieron esperar. El Perú, como hubiera dicho el poeta Martín Adán, volvía a la normalidad, aunque esta vez los autores del plan - está escrito-  estaban dispuestos a impulsar una "normalidad" eterna. Para ello contaban con el mismo caco, al que había que reelegir una y otra vez; con su hija a la que convirtieron en primera dama, luego de encerrar a la madre en los sótanos del SIN; con el hijo predilecto...Como vemos, los 15 años que han pasado desde la vergonzosa fuga del ahora inquilino de la Diroes, no han convertido en papel mojado el plan inicial. La mafia lo ha retomado y está dispuesto a ejecutarlo, como en los viejos tiempos. 

Es que además, en el comportamiento del caco y asesino, transmitido, por lo que vemos a la familia,  hay otro factor: el providencialismo que los hace suponer que ellos y sólo ellos son capaces de dirigir un país. No hay otras personas, lo decía el mismo dictador, con las facultades que ellos consideran tener. En el año 2000 escribimos: "...En el Perú y América Latina, todos los dictadores se han considerado predestinados paras el cargo. Leguía, Odría, Somoza, Trujillo, Pérez Jimenez, sólo para citar algunos, usaron en su momemnto tales razonamientos, con los que que justificaron el quebrantamiento de sus respectivos órdenes democráticos, a cuyo amparo se cometieron latrocinios de toda naturaleza".Hugo Lezama y otros, Días con Huella,  UNMSM, Lima, 2000, p. 139.

Los Fujimori manejan esa concepción antediluviana, opuesta por donde quiera mirársele al ejercicio de una verdadera democracia, pero muy útil para sus fines particulares. Ayer fue su padre, hoy le toca el turno a la hija, mañana al otro hijo y así sucesivamente, por los siglos de los siglos.

Estamos advertidos...







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