miércoles, 11 de mayo de 2016

¿DEBATIR?


No me llama la atención que la ex primera dama del fujimontesinismo rehuya los debates con su oponente electoral. Como su padre, el inquilino de la Diroes, no están hechos para el contraste de ideas, para la oposición de pareceres. En 1990, lo acaba de recordar el diario La República, el entonces candidato de Cambio 90 hasta inventó una intoxicación con bacalao para no enfrentarse a Vargas Llosa. En el 2016, su hija anda en el mismo rumbo, buscando pretextos para no estar frente a frente con PPK.

De por medio, en padre e hija,  existe un reconocimiento implícito de las limitaciones intelectuales pára ese tipo de lances. No todos los políticos, hayan o no pisado la universidad, están preparados para ese tipo de confrontaciones, donde no solamente hay que hacer gala de sapiencia, también hay que dominar el arte de la esgrima verbal, de una psicología especial de combate para derrotar al adversario, para demostrar sus precariedades argumentales, ambigüedades, contradicciones, vacíos, etcétera; como también, en los retruques desarmar las intervenciones que podrían dañar nuestra linea argumental.

En el caso del caco y su primogénita, existe además, otro factor: la mochila, el pasivo de crimenes, ladronerías y latrocinios de todos tipo perpetrados por la dictadura de los 90, de la cual, lo hemos dicho, la candidata fue la primera dama. Este es un terrible flanco débil. En el debate previo a la primera vuelta, el candidato Miguel Hilario, bisoño en estas lides, la puso literalmente contra las cuerdas. Luego de hacerle mención, sin titubeos, de su falta de experiencia laboral o de su aprovechamiento de la política para costearse los estudios, Hilario le lanzó un dinamitazo:  por qué  los peruanos tenían que confiar en ella si "había sido la primera dama del gobierno más corrupto del Perú".  Como ustedes recordarán, en su respuesta la candidata se fue por las ramas...

Sin embargo hay algo más de fondo en la explicación de las razones de la renuencia al debate por parte del caco y su hija: la intolerancia intelectual. Para el fujimontesinismo en su conjunto, en especial para sus cabecillas, ellos se consideran los propietarios de la verdad absoluta. En su pensamiento como en su actuar estarían bañados por la infalibilidad. Los otros, es decir sus opositores, no tienen vela en ese entierro porque sus encuadramientos conceptuales, sus diagnósticos y sus propuestas, por sí y ante sí, están equivocados, no tienen ni siquiera derecho al pataleo.

El neoliberalismo es eso, y su versión criolla: el fujimontesinismo también. Desde su instauración como corriente ideológica hegemónica en el Perú aparecen como propietarios de la verdad en todo terreno - aunque para ello tengan que forzar la realidad- y lo que han buscado, y han logrado, es que esa intolerancia prenda en la conciencia de las masas, fanatizadas por el caudillo, sus herederos o sus opositores. El control de los medios de comunicación y otras instancias del poder les ha permitido ese control, dada además la crisis de otras corrientes teóricas y políticas.

Para fanáticos de esta naturaleza ellos nunca fallan, los que fallan son los otros, por eso es que nunca admitirán sus crímenes y raterías, porque todo está justificado, porque para todo hay una respuesta. ¿Debatir?  No es una palabra que figure en su vocabulario. Prefieren las peroratas, las apariciones pagadas en televisión, las entrevistas amañadas, los discursos ante las masas adecuadamente aceitadas. Y si algo falla pues para ello gatillamos la acusación más efectista: ¡Terrucos!

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