domingo, 10 de abril de 2016

NOS FALTA LA CEREZA


A los pueblos del Perú que hoy votarán por Verónika Mendoza, solamente les falta comerse la cereza de la torta...
 
Lo digo porque la cusqueña ya ganó, por eso es que la derecha ha volcado sobre ella todo el barro y la mugre habida y por haber. Verónika los ha desnudado en su propio terreno, trucho e inclinado de por sí: ha puesto al sol sus hipocresías electorales, constitucionales, económicas, éticas, mediáticas, religiosas, que esa derecha ha alimentado a lo largo de 25 años.
 
En otras palabras, las vísceras del fujimontesinismo sobre las que el gran capital ha construido este país en los últimos tiempos han quedado al descubierto como nunca antes había ocurrido. A más avances de la cusqueña, más desvergüenzas derechistas han quedado al aíre, revelando el terror, el pánico, de aquellos secores acostumbrados a traficar cómodamente con las aspiraciones de nuestros pueblos.
 
Los pueblos del Perú necesitaban de un acicate para mostrar multitudinariamente su disconformidad con ese estado de cosas. El mensaje transparente y renovador de Verónika Mendoza coadyuvó, puso su grano de arena, para que en el país y en el extranjero los peruanos se pusieran de pie para decirle ¡No! a quienes pretenden perpetuar su reinado, tal y conforme la dupla Fujimori-Montesinos lo había craneado en los 90.
 
Ese levantamiento multitudinario contra el fujimontesinismo ha demostrado que por todo el país hay leña seca: frustración, disconformidad, hastío, repudio...En la base de la gran movilización del 5 de abril todos esos elementos estuvieron en juego y seguirán estando ahí de no mediar un cambio sustancial de ese orden de cosas. Lo importante es que la derecha, que se ufanaba de su poder ideológico y de control de las masas populares y de una supuesta conformidad de ellas con el modelo impuesto en los 90, ha revelado sus precariedades, mostrándose tal como realmente son: tigres de papel. 
 
Las masas exigen cambios y están virando hacia nuevas alternativas. Las Keikos y las Lourdes, los Alan, los PPK y los Humala, ya fueron, sonaron. 
 
Y ahí está Verónika y su campaña electoral, sin los ladrones y sin los millones de los candidatos de la derecha, sean quienes sean éstos. Y ahí con su gente, con nuestra gente, levantando la moral de combate que se había extraviado, alimentando la fe y la esperanza en la posibilidad de construir un país diferente, apuntalando la autoestima en las capacidades populares de transformación y de cambio de nuestras realidades económicas y sociales, invitándonos otra vez a soñar, porque hasta las facultades de soñar las habían taponado.
 
Por eso, insistimos: Verónika ya ganó, pero hoy vamos por la cereza...

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